PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 11                                                                                                      NOVIEMBRE-DICIEMBRE  2003
página 4
 
 

3 TESIS DEL CRISTIANISMO

 
Entre todo el cuerpo de doctrina del cristianismo extraería tres tesis que considero pueden configurar un marco de referencia para la identidad del hombre de hoy.
Estas tesis son:
     - En el campo racional: La verdad os hará libres.
     - En el campo moral: Amar como yo os he amado.
     - En el campo intelectual: La inmortalidad del hombre.
La aserción de la verdad os hará libres supone ante todo la relación entre libertad y verdad. Alguna de las cuestiones más debatidas a lo largo de la historia de la filosofía ha sido la naturaleza de la libertad. Esta tesis cristiana no penetra en la definición de la libertad sino que se presenta como actitud y hábito humano que deriva de su relación con la verdad. La libertad de hecho supone una facultad del hombre que, para que no entre en contradicción interna, exige que la misma sea voluntariamente aceptada. La primera condición del hombre libre es querer ser libre; en la medida que la libertad supone el ejercicio de la voluntariedad, la voluntad tiene que elegir ser libre cuando el intelecto le propone la noción de libertad. A primera vista podría parecer que es libre todo hombre que ejerce cualquier acto voluntario, pero cabría distinguir entre usar la libertad y ser libre, de igual manera que se distingue entre quien piensa y un pensador. Cualquier acto voluntario es un ejercicio de libertad que elige algo como un bien, pero será tanto más libre cuando la razón profundiza y presenta el bien con una evidencia contundente. La razón sería así la facultad humana encargada de esclarecer el contenido de verdad de cada juicio. Según lo poco o mucho que una persona tenga el hábito de buscar la verdad su voluntad estará continuamente mejor informada, de modo que su voluntariedad será mucho más racional y la seguridad de su elección mucho mayor. Esa seguridad que da la búsqueda de la verdad por la razón y no elegir según los criterios de costumbre, moda o interés es la que se echa en falta en muchas personas que confiesan su falta de libertad motivada por la alienación social.
El mandamiento cristiano del amor es quizá la caracterización más genuina del cristianismo, aunque en realidad trascienda poco en el comportamiento de sus religionarios. La enseñanza de Jesucristo es sumamente exigente por las condiciones de intensidad y modo. Respecto a la intensidad cifra su ejemplo: Yo estoy como el que sirve. El modo que propone es amar con un amor de la calidad de un Dios. Lo más relevante de la tesis cristiana es que el hombre está creado a imagen de Dios para que ame como ama Dios. La característica del amor Divino está confundida con su misma esencia: Dios es amor. Eso supone disponer la propia persona íntegramente para hacer el bien a los demás. Una proyección de la personalidad hacia los demás. El hombre realiza toda su esencia de criatura semejante a Dios en cuanto considera que su ser alcanza la perfección que le es propia en ser útil para la sociedad. Muy posiblemente la tendencia depresiva que ha invadido la sociedad occidental sea consecuencia del creciente individualismo que desdeña o ignora el sentido vital del servicio.
La inmortalidad del hombre expresada en su resurrección constituye el eje de toda la fe cristiana. La resurrección supuso el mayor escollo para la difusión de la fe en la cultura grecolatina y lo es en la actual cultura pragmático positivista. La consideración de un alma espiritual como cosustancia natural del hombre ha sido contestada radicalmente en los últimos siglos desde las distintas filosofías materialistas. Por la experiencia interna de la libertad se conjuga una filosofía de un entendimiento no determinado por la materia, que constituiría la expresión del alma. La tesis del cristianismo no predica sólo la inmortalidad debida al alma como sustancia espiritual, sino la del hombre con su doble sustancia material espiritual íntimamente ligadas. Esta tesis del cristianismo parecería inconsistente e intrascendente para el hombre de hoy si no fuera porque la resurrección no exige la vida como la conocemos en este mundo sino un mundo nuevo cuya eternidad reclama la trasformación de la naturaleza de la materia a una nueva dimensión. La esperanza de la construcción de ese mundo sobrenatural con el libre ejercicio del amor es el reto intelectual más provocativo para la cultura actual.