PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 12                                                                                                      ENERO-FEBRERO  2004
página 8
 
 

AMOR, AMISTAD

 
La personalidad de cada hombre está informada por sus sentimientos en una relación reversible que le permite modificar los movimientos pasionales orientándoles conforma a su razón. Así pues los sentimientos no determinan como medio de necesidad sino que condicionan positivamente la libertad. Los sentimientos ayudan al hombre a ser persona y le habilitan de modo muy especial para la vida social. En esa relación de sociedad los sentimientos formalizan la vida afectiva que alcanzan dos determinaciones principales: amor y amistad.
Con frecuencia, en la vida práctica, se tiende a confundir los conceptos de amor y amistad porque poseen características comunes, como son la espontaneidad y la espiritualidad. Amor y amistad son espontáneos porque corresponden a movimientos naturales innatos, son tendencias que no se siguen del aprendizaje o la imposición social, sino que surgen como una relación interpersonal fundamentada en una motivación mental propia derivada de determinados impulsos sensibles a los que cada persona particularmente se ajusta. La espiritualidad del amor y la amistad puede considerarse más en entredicho, en la medida que el mismo concepto de espiritualidad es rebatido por muchos pensadores. Si consideramos la espiritualidad como el alma trascendente sobre la determinación material, amor y amistad serían espirituales porque la satisfacción que de ellos deriva no se agota en el placer de los sentidos.
La distinción entre amor y amistad es sumamente importante para la psicología personal. El rol de ambos sentimientos es muy diverso en una relación y la confusión entre los mismos deriva con frecuencia en la frustración del sentimiento, y a veces incluso en un trastorno de la personalidad. Y es especialmente importante distinguir uno y otro en lo que concierne a la trascendencia social de una relación, como lo es la familia.
El amor podría connotar un dominio de lo externo sobre lo interno; en el amor lo más relevante del sentimiento está en la persona amada, el influjo que la parte ajena ejerce sobre la propia como complemento de una necesidad de realización personal. Se ama como consecuencia de la capacidad de amar, de llenar un espacio de carencia natural en la psicología personal, pero sólo se ama cuando a la otra persona se identifica en el espacio sensorial de necesidad. Se ama en la medida que el objeto amado se contempla como fin y la propia entrega se consuma en la relación como logro de plenitud.
La amistad es una relación interpersonal menos material y más espiritual en cuanto se fundamenta en la participación a otra persona de la vida intuitiva personal. La esencia de la personalidad no corresponde al conjunto de ideas aprendidas, sino a la interpretación en las ideas mentales de las profundas intuiciones del alma: esa espacio marginal donde se libra la batalla de la libertad del hombre. El sustrato de la amistad radica en compartir esa intimidad en una relación. Allá donde la relación en acto confiere a las intuiciones la significación de su contraste con la realidad.
Todo en el ser humano es obra de su unidad, y tanto amor y amistad le afectan por completo, pero mientras en el amor la corporalidad es determinante, en la amistad es accidental. La distinción racional entre los sentimientos de amor y amistad no impiden que ambos se den al tiempo en una relación bipersonal, al contrario, es común que ambos sentimientos coexistan en un espacio más o menos pronunciado de intersección, dado que la intuición, como parte de la personalidad, se comunica en cierta medida en todos los actos de expresión. También es común que la persona amada, considerada el complemento afectivo ideal, necesariamente no se contempla como el depósito idóneo para compartir el espacio intuitivo más profundo.
La relación sentimental supone una comunicación, una transmisión de respuesta al estímulo exterior que en cuanto afecta a la personalidad es libre y estable, lo que le diferencia de las respuestas sensoriales en que la reacción es inmediata y temporal, la satisfacción en este caso se sigue a la presencia material del estímulo. En los sentimientos la respuesta permanece porque la presencia del estímulo se perpetúa como ideal en el espacio intuitivo del alma. Amor y amistad se construyen como una vivencia y una comunicación que se alimentan de la creatividad y la pasión. En el caso del amor, la pasión sigue al objeto; en el caso de la amistad, se fundamenta en el sujeto.
La identificación en un solo objeto de amor y amistad no es fácil pues exige que la persona amada no sólo sea el complemento vital de la personalidad, sino también el receptáculo adecuado de la más profunda identificación del ser. De alguna manera ello explica que la relación de amor está limitada a la persona o personas que pueden ocupar ese espacio de la personalidad - pareja, hijos, padres... - por lo que comporta de material, mientras que la amistad es una relación ilimitada a tantas personas como pueda establecerse con cada una de ellas el vínculo de comunicación, y que permanece mientras exista el sentimiento de relación a través del espacio y el tiempo.