PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 14                                                                                                      MAYO-JUNIO  2004
página 8
 
 

LA PASIÓN

 
Desde finales de Febrero en que pude visualizar en US el film de la Pasión, dirigida por Mr. Gibson, presagié una progresión de éxito y una posible controversia sobre las implicaciones culpables de la historia según quién y con qué animo la contemple.
Es mucho lo que de impacto realista presenta el film y desconozco el interés  del director en presentar tanta crudeza, no sé si es para mover los corazones a la conversión o a remover conciencias de culpa. Lo cierto es que es un film del que no quedas impasible, aunque, en esta nuestra apresurada sociedad, es posible que otros acontecimientos pronto nos hagan olvidar lo que nos removió.
Para mí me ha servido de estímulo a releer la parte de la Biblia que se refiere a Jesús, por ver lo que de verdad contiene el film y lo que aporta el guión. Fruto de esta lectura fue el convencimiento de que la interpretación de la condena a Jesús no debe leerse en rigor antisemita sino en un juicio a las autoridades religiosas sean quienes sean -judías, cristianas, católicas-, pues es lo que más se desprende de la continua lectura de la Biblia. Como Jesús era judío, su conflicto se plantea con jefes judíos; si hoy volviera Jesús, el conflicto sería con jefes de iglesias cristianas.
Yo pienso que querer entablar conflicto entre cristianos y judíos en vez de cada cual hacer reflexión sobre la verdad de su práctica de religión es perder oportunidad para mejorar.
Para mí la responsabilidad en condenar a Jesús está en:
· Cerrazón de las jerarquías religiosas a una doctrina que choca con lo tradicional.
· Sumisión, en última instancia, de intereses religiosos al poder.
· Debilidad de criterio del administrador público cuando sus intereses están en juego.
· Tergiversación y manipulación de la voluntad popular.
Quien tenga buena fe, sea de la religión que sea, que se sitúe frente al juicio y condena de Jesús con pensamiento de examen para ver en qué él mismo se identifica en aquella forma de aplicar justicia cometiendo injusticia. Muchas autoridades religiosas y muchos creyentes hoy volverían a condenar a Jesús por predicar lo que no gusta a la idea aburguesada de religión que se practica. Otros condenarle por contraposición de la doctrina del poder que impera. Algunos por defender de su doctrina los hábitos sociales que poseemos.
Posible que un hombre-Dios que predica paz, comprensión, perdón; que condena ricos, poderosos; que manda amar, humildad, justicia; encuentre comprometidos que le sigan, pero enfrentará el rechazo de estructuras políticas, económicas, religiosas, porque la naturaleza de su doctrina es contradicción total con intrínseca carencia de valores del poder.
Tras exportar la cinematografía americana esta película al mundo, me atrevo a augurar que sólo quedarán regueros de lágrimas, como las mujeres de Jerusalén, y testimonio fílmico de Jesús paciente, como consuelo al dolor que recorre el mundo.