CUANDO EL FOCO SE APAGA
Los medios de comunicación tienden a crear mitos cuya personalidad es percibida confusamente por los ciudadanos, ya que el público, en general, tiende a confundir el halo de estrella con la persona, lo que no es sino una quimera.
Quienes por nuestra dedicación profesional hemos frecuentado el mundo artístico de Hollywood estaríamos en disposición de poner en cuestión la correspondencia entre el éxito estelar y la realización personal.
No es que el cine, como puede ocurrir en la música o en el deporte, propicie con el éxito y el acaudalamiento una directa inestabilidad emocional, sino que tras la imagen prestada al ingenio lo que realmente la soporta es un ser igual a los demás.
La oportunidad del ejercicio de la vanagloria, de la autosuficiencia, de ese distanciamiento tanta vez creado por el entorno mediático, no corresponde sino a una exteriorización de rasgos de personalidad comunes a mucha otra gente que los manifiesta en lo reducido de su círculo vital.
Cuando el foco se apaga y el artista abandona el camerino, quien va no es la imagen estelar que reproduce el celuloide sino la persona que ha de enfrentarse a vivir sus horas próximas con el sólo soporte de su personalidad. Lo otro, el círculo absorbente de lo profesional no llegará sino tras horas, a veces días, meses, a volver a abstraer al individuo del compromiso de su intimidad.
Con frecuencia se adjudica una personalidad arrebatadora para quienes consiguen el éxito, cuando en muchos casos la capacidad de expresión e identificación en la escena no es sino el anhelo de la personalidad deseada, la máscara de las propias limitaciones. No es infrecuente que el rasgo de timidez en músicos, bailarines, artistas, deportistas, se diluya en el papel que representan en un escenario, manifestando con desenvoltura lo que en su vida ordinaria les sería costosísimo manifestar.
La personalidad real es la que trasciende en la asunción de las responsabilidades de la vida ordinaria. La amistad, el amor, la autenticidad, la generosidad, la paternidad, conforman para las estrellas el ámbito de lo más trascendente para su estabilidad emocional, como para cualquier persona de otra profesión. La confusión de los dos planos no es sino una carencia de madurez que arrastra consecuencias importantes en la vida. Una estrella, como cualquier profesional soporta una marca o condición derivada de la proyección de su profesión sobre la vida. También los marinos, los militares, los mineros, etc. reciben un influjo sobre su personalidad derivado de la propia profesión, pero en ningún caso se supone una justificación de la misma.
Cuando el foco se paga y se retira el maquillaje, cada persona se enfrenta a construir el ámbito de lo trascendental de su mundo, donde cada cual sólo tiene la propia experiencia, la intuición y la ayuda de quien en él no ve al artista sino a la persona.
De mi observación tendría que concluir la dificultad añadida que he percibido en muchos artistas para construir su personalidad al margen de la escena, quizá por ello sea una de las profesiones en que por el éxito profesional se tributa una tal entrega que redunda en favorecer el fracaso en lo personal.