PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 17                                                                                                      NOVIEMBRE-DICIEMBRE  2004
página 2
 
 

IMAGEN E IMAGINARIOS

 
La Imagen es materia dinámica determinada por la naturaleza, la historia y los sentidos y el trabajo; proceso en sí y parte indisoluble de procesos más complejos para la representación mental y la producción y transformación de la realidad objetiva y fantástica.
La Imagen es materia dinámica determinada por la naturaleza, la historia, la necesidad y los sentidos, proceso en sí y parte indisoluble de procesos psíquicos más complejos. Representación mental transformadora de la realidad y de sí en la satisfacción dialéctica de necesidades objetivas y subjetivas. Síntesis del conjunto de las relaciones humanas con el universo y consigo para la producción de hechos científicos, espirituales y fantásticos.
Estas definiciones provisionales apuntan a estudiar orígenes, comportamientos  y alcances de la Imagen como agente dinámico constitutivo (como ya se mencionó) de 3 operaciones fundamentales: el conocimiento, la comunicación y la creación. ¿De qué medios se vale la inteligencia para ordenar con Imágenes pensamientos combinados, desiguales y evolutivos. Cómo correlaciona lo sensorial con lo mental, colectiva, particular, e históricamente. Qué puentes establece entre lo real y lo fantástico. Qué papel desempeña (entre otras funciones) con las emociones, lo onírico, la síntesis, lo lúdico, la memoria y la intuición. Cómo opera entre lo mental y la práctica?.
Son nuestras necesidades y las exigencias del intercambio quienes suscitan las imágenes. La imagen cumple un papel fundamental en la transformación del mono en hombre. La imagen ha servido como materia comodín maleable al arbitrio de la experiencia para construir resoluciones intelectivas en las que se acumula la memoria toda y una parte de ella que es útil para lo general como para lo muy particular de cierta imagen o grupo de imágenes. La imagen es portadora augural de sus propios devenires y es muy probable que la aparición de las primeras imágenes en el hombre hubiesen creado estupores inenarrables por lo pasmoso de un encuentro, al tiempo que resolución de necesidades, potencia viva para la construcción de la memoria, del conocimiento y de la cultura toda. Hoy aún no terminamos de asombrarnos.
A la relación dialéctica entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva pertenece doblemente un grado de arbitrariedad para la producción de imágenes y un grado de libertad y de liberación de ciertas tensiones emocionales consustanciadas en toda Imagen. Es probablemente el campo interno de la creación. Y ahí no hay gobierno posible sobre las imágenes. Su comportamiento es de tipo salvaje. Instintivo. Tales imágenes pertenecen a la categoría más profunda de la identidad individual. Orbitan planos de la actividad mental que desbordan los marcos culturales con una persistencia y consistencia totalmente únicas.
En esas latitudes tanto la materia como la forma de la Imagen reordenan y rearman escenarios obedientes a su propia ley y donde la interpretación de significados pierde parcialmente jerarquías para exigir interpretación de
sensaciones. Especie de sutilización de lo semántico que sin dejar de serlo muta su lógica por una más arbitraria determinada por el accidente y la variabilidad del juego de imágenes. Una especie de ruptura peculiar, con todo código, empeñada en descargar emocionalmente andanadas de conmociones emocionales. Se mezclan colores, aromas, texturas, sonidos. La materia ingresada sale de ciertos archivos conscientes y se desplaza a aquellas zonas rebeldes para reconstruirse como en un baile de mascaras donde los olores se disfrazan de sabores para convencernos de que son texturas.
Y ello genera nichos lúdicos extraordinarios tanto como picos de angustia inexplicables. La imagen reina en esos lares como constructora aparentemente caprichosa que va dejando para la perspectiva general un paisaje cuya lógica arquitectónica escasamente es legible por esquemas convencionales. Es un hecho de creación con su estética. Una recopilación de repertorios que para el gusto o el disgusto siempre promete ordenaciones nuevas. Ese plano profundo de la subjetividad se mantiene permanentemente tiene sus claves en el exterior. Por momentos logra exaltarse lo suficiente y expide imágenes armadas con ingredientes de circunstancia.
Unas veces más intensa que otras, más tenue o luminosa según cierto azar propio. La Imagen hace suyo lo profundo, lejano y extenso para acercarlo a lo inmediato, cercano y específico. Red de planos y dimensiones obediente al arbitrio de las necesidades. Red de luz transparente y expansiva. Retícula sobre la totalidad de las experiencias; síntesis y proyecto inmensurable. Violencia de espacios y tiempos fiel a lo accidental, lo histórico y lo social. Individual, colectiva y viceversa. Tiene por garantía el vacío. Se expande sobre él cardinalmente para alimentar diálogos y debates con el caos. No es deidad, no es curiosidad, no es fatalidad.
Al lado de esas intenciones que emplazan el fenómeno de la Imagen como hecho estrictamente cerebral, hay que presentar hipótesis más amplias que incluyen la totalidad de los sistemas sensomotrices con sus funciones de
regulación y su carácter vehicular proveedor de información y estímulos. Además hay que considerar el papel determinante de las relaciones sociales, su tipo e historia y el modo en que estas se desarrollan. Es decir el conjunto de las relaciones también sociales es materia prima de la Imagen. El fenómeno de la Imagen es irreductible a lo neurofisiológico y tiene como función primordial generar la praxis en la gestación, consolidación y evolución del conocimiento, la comunicación y la creación.
Si la imagen se comporta como suponemos, es decir como producción de la tensión dialéctica entre varias líneas de la experiencia y la necesidad. Si de inmediato ese choque genera sobrecargas en todas las líneas de la red y, por tanto, otros choques o chispazos. Si esto sucede, además, en todas direcciones y dimensiones con una intensidad tal que logra inquietar el ánimo general de individuos o grupos; el problema de la investigación es extraordinariamente complejo y amplio. Compete a la Epistemología, a la Semiótica y a la Estética entre otras disciplinas. ¿Debe estudiarse la Imagen también como materia de ciencia física, natural, y/o social? ¿Qué metodología está habilitada y/o habilita semejante complejidad?
Más allá de los imperialismos de la imagen, que la pretenden propiedad exclusiva para la imposición de modelos ideológicos, y muy al margen de las prepotencias estético-mercantiles, la imagen continúa siendo un
acontecimiento irreductible y problematizante. La necedad comunicacionalista de algunas teorías empeñadas en apropiarse la Imagen, quiso hacernos creer que la reiteración, saturación, posicionamiento publicístico son clave de un saber incuestionable. Produjeron con reduccionismos tantas confusiones y engaños que es necesario hoy replantear medios y modos para el estudio de la Imagen.
Hace un programa de investigación cuya capacidad crítica puntualice eso que, en lo individual y colectivo, poseemos para pensar y liberar la riqueza de las imágenes. Nada más aterrorizante que la idea de y direccionar la producción natural de imágenes a cambio de "mundos felices" donde todos se someten al "modo de producción" para imágenes, verticalista, autoritario y domesticador.
Hoy se llama Imagen a casi cualquier signo icónico, portador de discursos verticalistas. Se llama "imagen corporativa", "imagen pública", "imagen política", "imagen publicitaria", "civilización de la imagen", etc. en una
época en que los signos se cretinizaron para sustituir las expresiones humanas más genuinas.
El estudio de la Imagen no puede prescindir de una ética que obligue a poner en claro peligros y consecuencias, que sobre la historia de la cultura, inflige toda alienación humana. Esta investigación sobre Filosofía de la Imagen privilegia la creación sobre la erudición sin reñirlas. Pone énfasis en la importancia de expandir el conocimiento para obedecer al carácter bacteriológico y creativo de la imagen con sus potencias exteriorizantes, liberadoras del espíritu... sus enigmas y promesas, es decir, la vida misma.