PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 17                                                                                                      NOVIEMBRE-DICIEMBRE  2004
página 10
 
 

EL CONOCER Y SER EN SOCIEDAD

 
La filosofía ha seguido dos ejes en el decurso de su investigación. Uno sigue la norma del conocimiento humano, cifrando la realidad en los parámetros en que es comprendida, pues de lo que no se conoce no se puede elucubrar ningún saber. El segundo eje es el de la analítica de ser de las cosas, especular sobre la esencia y naturaleza de cada cosa en función de lo que sus efectos manifiestan de modo de ser.
El punto de partida para objetivar la realidad parece haber escindido el hacer filosófico desde que Descartes exigió la necesidad de una racionalización de las ideas que no admitiesen margen de error. La verdad de los entes del mundo no corresponderían a cada uno en sí mismo, sino a la idea no errónea que el conocimiento humano tiene de esa realidad. La filosofía se construiría por la distinción de los contenidos de verdad que en la realidad aprecie el conocimiento humano y que no alberge en su razonamiento posibilidad de error.
La filosofía del ser sostiene que la verdad radical de cada cosa se asienta en sí misma aun cuando el conocimiento de esa realidad absoluta e intrínseca haya sido o no descubierta por la razón. El entendimiento se aplica sobre una verdad trascendente definiendo lo cognoscible de su realidad.
La cuestión más inquietante de la ciencia filosófica se plantea en si el saber que sigue a la razón tiene derecho a especular sobre lo no conocido, si algo que esté más allá de las ideas claras y distintas puede ser sujeto de la predicación filosófica. Si la filosofía es una ciencia desde el conocimiento o ciencia del conocimiento.
Esta distinción dentro de la disciplina filosófica no alcanzaría tanta importancia si no fuera porque su aplicación para la ordenación de los comportamientos vitales se presenta en muchas ocasiones trascendental. Entre esta proyección de la filosofía se encuentran no pocas decisivas cuestiones de la concepción misma de la sociedad.
La filosofía del conocimiento ha avalado en mucho el positivismo científico constituyendo las ciencias experimentales la enciclopedia del saber.
La ciencia positiva sobre la sociedad se formuló en la sociología, cuyo objeto es el conocimiento de los hechos sociales, aquellos que corresponden a los distintos grados de agrupación del ser humano.
La sociología se encontraría emparentada con la filosofía del conocimiento que se sustenta en lo que el hombre conoce de sí mismo, cuya reflexión sigue necesariamente a su comportamiento. El saber sobre el hombre versará sobre sus actos y la verdad que de él pueda predicarse siempre referirá a su actuación. Esto es lo que la sociología cumple como ciencia del comportamiento del ser humano en colectividad.
La autonomía que reclama la filosofía social se emparienta más bien con la rama de la filosofía que contempla el ser de las cosas. Desde la perspectiva de la contemplación del ser en sí, el ideal filosófico no se conforma a la idea que el hombre tiene según lo que hace, sino a verificar si lo que hace se corresponde a lo que debiera según su orden de ser en el universo.
El gran abismo entre la sociología y la filosofía social se deriva de la significación de la libertad humana para los métodos de ambas ciencias. La sociología estudia los actos humanos como hechos, realidades, los cuales presentan su fenomenología según los condicionantes del  entorno y no como deliberaciones libres de los individuos. La sociología estudia la sociedad como hechos de masas y la filosofía no renuncia a la esencia más profunda de la libertad individual.
La perspectiva de aplicación de ambas disciplinas en muy diversa. La sociología predica y define los parámetros de comportamiento que debe asumir o rectificar los grupos sociales para corregir sus errores históricos, siempre partiendo de datos experimentales anteriores, o sea, de lo acontecido, que necesariamente corresponde a una secuencia ligada de acontecimientos acaecidos de un modo determinado. La filosofía, en cambio, asume el ámbito creativo de la libertad y desde el ejercicio individual de la conciencia social auspicia la posibilidad, incluso utópica, de formas nuevas que orientan la sociedad hacia un mayor respeto a su ser natural.
Las conclusiones que aporta la sociología deberán entenderse como el resultado de aplicar una ciencia a la experiencia, pero, desde esa posición, nunca podrán ser estimadas como juicios de verdad sobre las esencias de las relaciones. Es evidente que la historia de la humanidad es una secuencia desafortunada de luchas, guerras, represión, dominación, explotación, que aunque aportan materia para aplicar la ciencia a superarlo, también, en muchos casos, constituyen tesis de cuya formulación aunque aparentemente se logren resultados prácticos para la sociedad, pueden al mismo tiempo estar transgrediendo los principios esenciales de libertad y justicia que exigen la naturaleza irreductible de la persona humana.
Para muchos la síntesis de la aplicación científica de la sociología es el propio bienestar. Cuántas estructuras de explotación son aceptadas por los teóricos como positivas porque en el análisis no se estima el perjuicio que producen más allá de los límites del espacio social analizado.
La filosofía social, en cuanto se construye desde la esencia de lo que el hombre es aporta un valor universal en sus conclusiones y ofrece pautas éticas de comportamiento con una validez permanente, independientemente que choquen o reafirmen costumbres, sistemas y estructuras que satisfagan a determinados sectores de la sociedad. En filosofía los valores de verdad no están supeditados al bienestar, sino a la realización de las esencias como corresponde a cada ser en la naturaleza.