PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 2                                                               JUNIO-JULIO 2002
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HUIR HACIA ADELANTE


    Frente a los problemas la actitud de la persona humana se comporta de tres maneras distintas:
    1. Aquella en que el hombre se retrae frente al problema y se retira sin afrontarlo, huye.
    2. La más consecuente, cuando la persona objetiva el problema, lo asume, lo analiza le busca solución. Se enfrenta y vence.
    3. Quien ante la dificultad, lo que hace es ignorarla, con arte la rodea y sigue su camino, pero siempre con el problema a su espalda. Esa es la actitud de quien huye hacia adelante.
    Entre los problemas que afronta la humanidad los hay de dos naturalezas: problemas materiales y problemas sociales. Para los primeros el recurso es la ciencia y la técnica aplicadas con el saber y el trabajo. Los problemas sociales, sin embargo, presentan un cariz muy distinto. En la medida que los actos sociales son consecuencia de la concurrencia de variados individuos, su problemática no puede ser tratada sino por el análisis conjunto de las motivaciones que reflejan las actitudes en conflicto.
    Todo acto humano libre corresponde a unos estímulos, a un por qué, a un para qué. En principio, la voluntariedad de ese acto estaría orientada a producir o conseguir un bien. El problema se produce cuando el bien buscado entra en conflicto de intereses con los bienes apetecidos igualmente en los actos ajenos.
    Ante los problemas sociales de esta naturaleza, una de las actitudes posible es la de no asumir la existencia del conflicto de intereses, pasar por encima, dejando latente el problema como si el mismo careciera de entidad.
    Cuando así se actúa, sea a nivel familiar, laboral, político, comunitario, etc. la mayor parte de las veces el problema, falto de atención, no sólo no desaparece sino que se desarrolla, llegando a la larga a poder convertirse en una intrincada oposición de planteamientos cada vez más difícil de abordar.
    Las dos principales causas que generan las controversias humanas a nivel de grupo son: la falta de cultura social y la injusticia. Ambas responden a al marginación de un mismo denominador: el bien común.
    Pasar por encima de los problemas sociales sin invertir en la promoción de la cultura social, en la conciencia de la necesidad de relativizar los derechos sobre los bienes en función de que se forma parte de una colectividad, se convierte en una temeridad para quienes ejercen cualquier tipo de autoridad.
    Soslayar las exigencias de la justicia social en las determinaciones de quienes ejercen el poder no supone más que intentar ignorar una problemática cuya propia dinámica interna casi siempre termina por engendrar una espiral de violencia.
    Cuando el hombre no vence los problemas que se le enfrentas, los problemas le acaban venciendo a él. Cuando la sociedad no asume y racionaliza sus propias contradicciones, éstas terminan por sangrarla. Al huir hacia delante, se sigue, pero huyendo.