PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 25                                                                                           MARZO - ABRIL  2006
página 8
 

 PROTECCIONISMO ESTRATÉGICO

 
La tendencia de globalización de la economía que favorecen la capacidad y la agilidad de las comunicaciones ha repercutido en los planteamientos de la planificación productiva agroalimentaria de los distintos Estados y en los sistemas de equilibrio del comercio exterior. La lógica de los rendimientos productivos que marcan los precios de venta en los mercados definiría la estrategia universal de producción y venta que se alienta imponer argumentando, quien en cada ámbito se siente favorecido, con la necesaria eliminación de aranceles que extorsionan el comportamiento de la libre economía.
Liberalismo y proteccionismo constituyen dos tendencias opuestas que de continuo aducen, defienden y denostan todos los Estados según su particular interés. En cualquier caso todo Gobierno se siente obligado a proteger y contentar a sus ciudadanos y ello no siempre coincide con las tendencias universales de la globalización económica. Dentro de la dinámica de proteccionismo que ejecutan los Gobiernos conviene distinguir cuáles planteamientos responden a intereses coyunturales de beneficio de mercado y cuáles responden a una más profunda necesidad de cubrir responsabilidades de subsistencia. Entre estas últimas cabría a su vez diferenciar entre las que son por proteccionismo social sobre el sector productivo y las que lo son por prevención estratégica de interés general.
La alimentación de la población es la necesidad más perentoria de cualquier estamento social y a ello debe dirigirse la acción económica primaria del Estado. Cualquier otra necesidad de subsistencia parece que sigue a ésta de la alimentación, porque de ella depende un brevísimo plazo la subsistencia de las personas. Siendo esto así, parece que la planificación económica de la producción agrícola alimentaria debe estar en los planes estratégicos de cualquier Estado, con independencia del mercado global de producción y distribución.
La producción eficiente de muchos productos alimentarios no se genera sino en un periodo dilatado de tiempo, por ello se necesita una política que planifique a un medio plazo la supervivencia de las explotaciones de producción no sólo en razón de su eficaz rentabilidad respecto a lo que puedan marcar las leyes de libre mercado del comercio internacional.
Ese proteccionismo económico estratégico no sólo es lícito sino plenamente justificado por su dimensión de primera necesidad social y debe considerarse como un parámetro más a tomar en consideración cuando se planifican los tratados internacionales referentes a la liberalización del comercio.
Equilibrar y compatibilizar los derechos de prevención estratégicos con los de un mercado global que respete la permeabilidad de las fronteras a los productos agrícolas internacionales son los que deben marcar los límites del proteccionismo y la liberalización. En otros sectores menos vitales se puede transigir más en la liberalización, pero en lo que respecta a la provisión del propio aprovisionamiento de subsistencia en situaciones de aislamiento, por las diversas causas por las que pudiera sobrevenir, se debe sostener una estructura autárquica de producción, lo que justifica las ayudas que el Estado debe prestar para que a su vez los productores disfruten de un estatus social adecuado.
Los límites de la aplicación de las ayudas que puedan distorsionar el mercado internacional está en los que garantizan la suficiente productividad para sostener las necesidades estratégicas de la población. Ir más allá, y subvencionar las explotaciones para competir en el mercado internacional con el único fin de favorecer los intereses de los propios ciudadanos entra en conflicto con intereses ajenos y sólo debería permitirse con el consentimiento reconocido de la comunidad internacional que regula el comercio.
El proteccionismo estratégico es tan de ley natural que debe dejarse al margen de la conflictividad internacional cuando argumenta la supresión radical de cualquier tipo de ayuda o beneficio estatal a la producción. La libertad de los mercados también tiene sus límites si consideramos prioritaria la atención a las personas, que siempre serán la esencia referencial de la legitimación de la ley por encima de las abstracciones rentabilizadoras de la economía.