PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 26                                                                                           MAYO - JUNIO  2006
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 LA DINÁMICA DEL SER

 
Uno de los grandes retos de la ontología consiste en la prospección de la finalidad del ser. Su esencia y su existencia son intelectualmente más accesibles, pero su fin confunde a la mente cuando contempla la posibilidad del ser de ser para sí o de ser para perpetuar una realidad global. El análisis esencialmente debate entre la preeminencia del ser individualizado o del ser globalizado. Si la estructura atómica es formalmente constitutiva de la composición desde la radicalidad de su ser, o los elementos lo poseen en cuanto parte de un todo que los determina en su finalidad.
La multiplicidad de seres que exterioriza la naturaleza en cuanto pueden ser conocidos y predicados individualmente dejan evidencia de su ser. Aunque cada uno de ellos en cuanto conocido lo es funcionalmente en virtud de su relación en la naturaleza global que lo permite definir sustancialmente distinto de los demás seres, de los cuales pueden ser formalmente individualizado como la parte al todo, bien por la singularización de la materia -entre sustancias afines- bien por la singularización de la forma -entre el universo de lo distinto-. Pero sólo en y desde la relación de cada ser con los demás se llega a especificar la propia y peculiar manera de ser. Si se prescindiera idealmente de la relación sólo se podría predicar del ser como uno y cósmico: un panteísmo en cualquiera de sus acepciones especificativas.
El ser en cuanto uno, sin relación de partes, exige la estabilidad, pues toda dinámica se sigue: o bien por el movimiento de los elementos constitutivos, o bien porque la propia esencia de ser está dinamizada hacia una perfección hacia la cual se encuentra en movimiento, cuya misma dirección ya estaría ordenando una relación de finalidad. O es ser en sí su propio fin, o se lo establece el ámbito de relación.
El ser relacionable constituye según el modo propio de la relación otro ser mayor del que se denomina parte cuando su presencia es esencial para el mayor. Cuando ese concurso no es necesario para el ser del compuesto sino de modo accidental, los elementos constitutivos no deberían ser nombrados como parte sino como miembros. En las partes los seres más simples alcanzan un fin que les es propio constituyendo los seres más complejos, pero en los miembros ese fin no se percibe como esencial al ser, porque el mismo puede o no adherirse a un grupo u otro, o no estar integrado en ninguno. Se puede ejemplificar indicando como un ojo alcanza su fin siendo parte del cuerpo de una oveja; pero la oveja, como miembro, no necesariamente alcanza el fin de su ser por estar en un rebaño.
¿Se podría entonces pensar que existen entes cuyo ser alcanza su fin en ser? Esto sería posible en un cosmos estático, pero en el que conocemos todo fluye, se mueve, se trasforma, por lo que si nada permanece en su ser establemente se podría asegurar, al menos, que el mismo tiene como finalidad mutar. La naturaleza de todos los seres habría que considerarla por influjo de unos seres sobre otros, pues nada cambia sin causa. Aunque esté sometido a la finalidad de mutar, no es propio de un ser modificar su esencia sino afirmarla, pues todas las formas tienden a definirse como lo que son y, alcanzando su perfección en ser lo que son, la finalidad a cambiar, por tanto, no sería originada en sí mismo sino en virtud de una influencia con otro ser exterior en virtud de una relación.
Contemplando el cosmos en su conjunto, la dinámica que presenta estaría justificada por el conjunto de relaciones entre los entes cuyos seres individualmente tendrían como fin entrar en relación con los otros seres moviéndoles con el influjo de su relación. El cosmos no sería  una mera unidad estructural constituida por la cooperación de las partes o elementos que la integran, sino un conjunto también de miembros o seres acabados cuya forma de ser les hace proyectarse en una dinámica transformadora de todos aquellos otros miembros con los que alcanza su capacidad de relación. El ser no es para ser en sí, sino para según su propia dinámica de ser proyectarse y animar las demás cosas con las que pueda establecer relación.