CONSUMISMO Y CREACIÓN
Aunque la capacidad de consumo de los ciudadanos varíe mucho según en el colectivo en que se viva, se puede afirmar que ello constituye una de las características del mundo contemporáneo, en el que consumir se constata como un progresivo hábito de quienes tienen los medios para su disfrute, y en ansiedad para quienes desean gozar de tantos bienes que se les ofrecen y no los pueden comprar. La importancia del consumo no sería sicológica y socialmente importante si no fuera porque resta capacidad creativa a la persona.
En ese cuadro social, la enseñanza, cuyo objeto esencial es transmitir los conocimientos y desarrollar las actitudes de los alumnos, no debería substraerse al peligro de que la inercia de la sociedad se imponga en los objetivos docentes y los alumnos almacenen conocimientos como se colecciona objetos, sin profundizar en lo esencial que para el ser humano es desarrollar su creatividad.
La difusión de la tecnología en los más variados objetos de recopilación de datos, cálculo, juegos de lógica, control de reflejos, etc. pueden ayudar al desarrollo del ingenio, pero de por sí no favorecen la progresiva aplicación del juicio sobre el entorno, algo que la enseñanza debe considerar como esencial.
La tenencia natural del alumno es la de la pasividad, porque exige poco esfuerzo, y misión del enseñante es despertar la sana inquietud del por qué y para qué de las cosas. Hay que tomar en cuenta que el consumismo ha acostumbrado a los alumnos desde bien pequeños a disponer a su antojo de abundantes medios de entretenimiento: televisión, consolas, juguetes electrónicos, etc. que les han exigido poca imaginación para ocupar su tiempo porque siempre se les facilitaba un nuevo instrumento de diversión. Así la sicología infantil ha percibido el consumir y no el inventar o crear como el medio habitual para ocupar el tiempo. La imaginación se limita a la acumulación de sensaciones pero con poco ejercicio de reflexión.
Mejorar las disposiciones de los alumnos para la creatividad pasa porque la enseñanza sea convivencia y que se apliquen en realizar muchos ejercicios de creación desde los primeros cursos de la edad escolar. En muchos casos su ambiente familiar no les va a ayudar en esas tareas, porque se comparte vida con pocos hermanos y porque los padres, que tienen poco tiempo disponible para dedicarles, les van a facilitar en casa ocuparse en actividades pasivas.
Progresivamente los profesores deben empeñarse en que los alumnos realicen en las diversas materias trabajos de creación, bien sea creación pura como redacciones, pinturas, manualidades; o aplicada, con comentarios críticos sobre los contenidos de las asignaturas: arte, naturaleza, física, etc. Actividades encaminadas a hacer pensar, que es lo que el entorno no les facilita.
¿Quién duda que es mucho más enriquecedor hacer música que consumir música? ¿No es acaso mucho más reconfortante practicar un deporte que agotar las horas ante la TV viendo deporte? ¿No es más formativo participar en editar una revista, un panel o practicar la técnica de la fotografía que consumir el tiempo siguiendo anodinos seriales? ¿No es mejor ejercitarse en algo práctico de cocina u oficios de la casa que perder las horas con videoclips?
La lucha contra el fácil consumismo está entre otros medios en planificar la educación para no dejarse absorber por la dinámica que las transnacionales emplean para crear necesidades y vender. La esencial necesidad del hombre es la de pensar, y para que el hombre no se encuentre indefenso ante quienes pretenden ofrecerle las soluciones ya pensadas es bueno que en la enseñanza se priorice la facultad creativa.