PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 31                                                                                           MARZO - ABRIL  2007
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CREATIVIDAD CULTURAL


La evolución fisiológica dentro de cada especie parece ser un hecho científico admitido por todos. Se pueden sostener teorías distintas de cómo la materia procesa sus adaptaciones al medio y cómo comunica esas modificaciones a las generaciones venideras, pero lo que se hace evidente es la paulatina modificación fisiológica para responder con una adecuada adaptación a las exigencias de la supervivencia y la progresiva conformación para lograr esos objetivos con el menor esfuerzo.
Esa tendencia general de los cuerpos vivos se realiza en el ser humano de doble manera: Con una adaptación fisiológica semejante a la del resto de los animales y de otra peculiar manera que es la de desarrollar conscientemente su fisionomía para ejercer una mayor atracción e influjo en su comunidad. De ambas en conjunto se siguen modificaciones que se transmiten a la especie.
Pensar que todas las modificaciones implican una mayor perfección fisiológica es un error, porque podemos comprobar cómo algunas actividades paulatinamente se atrofian ya que su concurso es menos transcendente para la supervivencia de la especie. Por ejemplo, el pelo, que tiene como función la protección del cuerpo al frío, ha menguado su presencia sobre la piel humana  cuando su función ha venido a ser menos vital.
Al tomar conciencia el ser humano de esta realidad ha asumido su protagonismo sobre las alteraciones orgánicas organizando métodos para mejorar su desarrollo y paliar en parte la pérdida fisiológica de actitudes que por el desarrollo de la tecnología han disminuido su función corporal. Así ha concedido al deporte, como potenciador físico, una destacada relevancia en sustitución del ejercicio físico que anteriormente ejercitaba con el trabajo corporal.
De igual manera que el hombre desarrolla sus músculos y embellece su cuerpo, tiene la potestad de desarrollar su cerebro, el que durante mucho tiempo se creyó formado por células impasibles a un mayor crecimiento por influjos de la actividad. Si las neuronas, como en su día mostró Ramón y Cajal, son capaces de crecer y crear nuevas conexiones en función de la actividad con que se las entrene, quiere decir que también la capacidad mental humana queda en parte al arbitrio de su modo de vida y a su voluntario desarrollo.
Esta realidad está tras el importante crecimiento de la masa endefálica del ser humano a través de los siglos, dado que de su actividad creativa se ha seguido el incremento de la actividad nerviosa, lo que le ha permitido crear su propia cultura, que aparentemente se fundamnta en que del influjo creativo se gesta una más cualificada fisiología del sistema nervioso, que además de perfeccionar al individuo particular repercute, de un modo que aún nos es desconocido, en el genoma que condiciona la fisiología de las generaciones posteriores.
Que la materia cerebral se desarrolle en el individuo tiene una transcendencia relevante para su actividad mental, ya que muy posiblemente su creatividad encuentre un mejor estrato en una mayor capacidad computacional que a su vez se mejora progresivamente con la actividad. La posibilidades culturales de cada persona no sólo se incrementan con lo que aprende sino que mejora progresivamente con ese empeño en el análisis de lo que aprende. Por esto es muy importante primar el interés cultural de cada colectividad, porque no sólo se mejora su aplicación inmediata sino que se dota a los individuos del medio de percibir su voluntario desarrollo mental. El esfuerzo por aprender se retribuye además de con la posibilidad de aplicación de esos conocimientos mediante un plus mental para la gestión de los mismos.
Difundir esa mentalización es una de las tareas propias de la política cultural nacional e interregional, labor eminente de los gobiernos y de los organismos internacionales. Hacer valorar la transcendencia que para el hombre tiene fomentar su más peculiar caracterización: su creatividad.
Se ha hablado que el hombre culto es más consciente de sus derechos y libertades, y que ello, no para pocos políticos, supone un peligro social, pues cuánto más culto y consciente de su capacidad es más indomable se vuelve a los ojos de quienes practican la ley del poder y el dominio. E incluso existe quien esboza que un universo totalmente desarrollado es imposible de sostenerse con los recursos del planeta. Para quienes así esgrimen sólo queda recordar la igualdad de derecho a la cultura y al desarrollo que asisten a todas las personas, y que cultura y bienestar no necesariamente han de estar ligados a las actuales tendencias de consumo y materialismo, sino, más bien, una apuesta para superar esas tendencias y sostener un universo gobernado con verdadero raciocinio mental.