PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 31                                                                                           MARZO - ABRIL  2007
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IMPONER, PERSUADIR, MOSTRAR, SUGERIR


La comunicación constituye un factor esencial de las relaciones humanas porque supone la vía mediante la cual dos o más seres humanos exteriorizan mutuamente sus proyectos y sentimientos para compartir conjuntamente su realización.
La comunicación supone una intención y un lenguaje. Por la primera se elabora mentalmente la finalidad y la segunda constituye el medio. Aunque la segunda entraña una necesidad física en virtud de la corporeidad humana, la primera, sin corresponderse directamente como necesaria, se considera la más transcendente por lo que supone de actividad mental. En ella radica la causa de la comunicación y, por tanto, la razón última de la voluntariedad de su existencia.
Del  acto mental que origina la comunicación cabe un diferente finalidad de la misma en referencia a la relación, y puede tener, al menos, de una de las siguientes cuatro maneras intencionales:
  • Imponer
  • Persuadir
  • Mostrar
  • Sugerir
Cada una de ellas supone una perspectiva subjetiva muy diversa de la relación, porque establece el grado de equidad con que se afronta la misma. Esa escala intencional desde la imposición a la sugerencia representa la propia consideración de una relación desde el dominio al franco servicio.
Imponer el propio criterio implica mandar, o sea, exigir el cumplimiento de lo comunicado, y es la posición subjetiva mental más común en los seres humanos, dado que cada cual cree poseer los dos principios que justifican el mandato: la verdad y el poder. Cada persona supone que sus juicios mentales son verdaderos, ya que se siguen de una actividad razonada. También los seres vivos tienen una tendencia natural al poder, ligada en parte a la tensión de supervivencia. Ante cualquier relación los seres humanos mentalizados por la convicción del propio poder y de poseer la verdad hacen prevalecer primariamente la mentalidad de una comunicación que exprese el dominio de la propia personalidad.
Las personas realmente inteligentes advierten  que la comunicación relaciona a personas, y que, por tanto, como seres inteligentes, la aproximación que se realiza entre ellas debe ser razonable, o sea, que no perturbe o ignore la razón de ninguna de ellas y, desde el respeto a la libertad debida a esa condición inteligente, el contenido expresado en la comunicación debe ser aceptado, lo que sólo lo será cuando la argumentación de los contenidos soporten condiciones de verdad asumibles para la otra parte. Según el grado de vehemencia con que se mantenga esa argumentación se puede: persuadir, mostrar o sugerir. La primera forma se asemeja a la imposición, pero se distingue de ésta en el respeto a la libertad. Se busca que prevalezca el propio criterio, pero aceptado por la otra parte en función de la contundencia de la exposición.
Mostrar es la forma de comunicación más inteligente, porque implica una predeterminación subjetiva de la equidad razonable de las personas que intervienen en la relación. Se argumenta para que sean por sí solos los propios juicios los que merezcan ser aceptados o rebatidos. Implica la determinación subjetiva de considerar que toda relación sirve para aprender tanto como para enseñar.
Sugerir en la comunicación comprende la intención de despertar en la otra parte la complicidad del juicio para que ella misma elabore y descubra contenidos de verdad referidos al estrato profundo por el que existe esa relación. Esta forma de comunicación afianza la relación dado que no sólo supone un delicado respeto a la libertad, sino que, al favorecer el juicio ajeno, las deducciones se consolidan como propias en la otra parte, fortaleciéndose la convergencia de ideas.