TO LIKE AND TO LOVE, QUERE Y AMAR
La filosofía de la semántica tiene por objeto analizar las condiciones de verdad con que se adecuan los léxicos a los campos semánticos de la lengua de una comunidad. Precisa la extensión adecuada de cada concepto, según la proposición en que se utiliza, y su significado, evidenciando las contaminaciones lingüísticas que las personas vierten en su comunicación, explicitando desde la aplicación de la metafísica qué contenidos de verdad manifiestan en su interpretación de la realidad. Aunque la lengua como contenido de comunicación es un hecho social y los valores semánticos se ajustan a la dinámica del grupo, las proposiciones que expresan las ideas son personales y cada cual en el adecuado uso del lenguaje manifiesta con más o menos acierto la elección de los recursos para transmitir fidedignamente su intención. Por eso la amplitud de los campos multiplican los recursos pero restringen la certidumbre de los contenidos. Hasta dónde y cuándo el signo se adecua al concepto significado no es sólo un hecho léxico sino también filosófico en cuanto objeto de su condicionamiento de la verdad.
Si analizamos someramente los campos de aplicación semántica en la lengua inglesa de to like y to love y paralelamente los de querer y amar en español, vemos que no se corresponden en su traducción, lo que es lógico ya que cada uno de ellos has sido dotados de sentido por una comunidad distinta. Lo que no obsta para que sus referencias a la realidad conserven contenidos de verdad próximos que la filosofía de la semántica desentraña a fin de ofrecer a la persona información para su más correcta aplicación, no sólo en la traducción de las lenguas, sino fundamentalmente en la aplicación de la lengua materna. To like and to love, querer y amar refieren al apetito sensible, o sea al campo semántico de la satisfacción y el deseo que configuran los sentimientos humanos. La correspondencia semántica en función de sus campos nos mostrará un cuadro como:Mientras que en la lengua inglesa el concepto semántico de tolove es muy amplio, en la lengua española lo es querer que, independientemente de su correspondencia en la acepción de voluntad de hacer con to want, abarca el campo semántico de like y un espacio importante de to love. To love a su vez, además de esa correspondencia con querer comprende todo el espacio semántico de amar, que en español es más reducido ya que su intersección con querer ha evolucionado con el tiempo muy favorablemente para este último léxico.
Desde el análisis filosófico nos interesa delimitar cuáles contenidos de verdad corresponderían genuinamente a to like, querer, to love y amar, porque expresando todos esos léxicos su relación al sentimiento de deseo o satisfacción han de hacerlo de un modo peculiar en una parte importante de su campo para que no puedan ser sustituidos en todos sus contextos. Aunque se podría pensar que se trata esa distinción de una cualidad de grado o intensidad, no es así, sino que la distinción se fundamenta en el grado de voluntariedad con que la persona interpreta el sentimiento.
Amar, to love, en su aplicación más radical exprean semánticamente el grado de complicidad o voluntariedad con que la persona se implica en el sentimiento que le afecta. Manifiestan un movimiento desde la sensibilidad por la que no sólo se gusta de una apetencia sino que se comunica con la cosa apetecida. Supone metafísicamente una reacción y una creación por que cual la satisfacción se realiza no sólo de modo pasible, como es expresada por to like o querer, sino como un movimiento por el que el placer se intensifica en relación a la actividad misma en que se ejecuta. La complacencia por la satisfacción que nos reporta lo externo se ajusta al espacio léxico de to like y querer, mientras que el placer por la realización de un deseo interior se expresa preferiblemente mediante los léxicos to love y amar.
Puede apreciarse como el inglés reduce el campo semántico en que adecuadamente utiliza to like, mientras el español se ha decantado con hacerlo, aunque más ambiguamente, con amar. Esta última lengua especifica más el entorno semántico de lo voluntario del amor, como si quisiera potenciar el valor la decisión frente a la necesidad de la tendencia del gusto o placer natural, restringiendo su generalidad; al contrario, la lengua de origen anglosajona se decanta por generalizar el sentido de la satisfacción suponiendo la voluntariedad implícita en cuánto se elige realizar por gusto. Por ejemplo el uso más corriente del español -en especial el hablado anteriormente a la contaminación de la cultura norteamerícana- prefiere utilizar al verbo querer para la relación afectiva entre padres e hijos mientras que para la relación de pareja reserva amar; muy posiblemente porque para las primeras se entienden como consecuencia necesaria de la relación en sí, mientras que en la otra las relaciones en la pareja se suponen voluntarias y elegidas, distinguiendo en el uso una mayor aplicación de querer para la establecida y consolidada relación matrimonial, y el uso de amar preferentemente cuando contiene una connotación a la libertad de la relación.