PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 32                                                                                          MAYO - JUNIO  2007
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LA MAYORÍA PACIENTE


Una gran paradoja de la democracia es la responsabilidad que se atribuye a las mayorías y el poco protagonismo que las mismas ejercen sobre la configuración de la actualidad cotidiana. Los medios de comunicación sobrestiman la noticia como lo excepcional acontecido y desdibujan la trascendencia social del denominador común que dirige la actividad de los ciudadanos.
Pensar que la Administración del Estado constituye el referente de los intereses de los ciudadanos supone una percepción muy simplista de lo que es una sociedad cuya mayor relevancia está en lo que sienten, opinan, motiva a la mayoría de los ciudadanos. Los estudios de opinión más independientes suelen reflejar que la política no está entre las preferencias del interés público y sí lo son el consumo, el ocio, la familia o la promoción en el trabajo. Por eso es muy probable que una gran parte de los ciudadanos sufren las veleidades de los políticos como una innecesaria cuestión que distrae su atención más de lo debido.
Consideradas las cosas desde esta perspectiva, la sociedad resultaría escindida en dos sectores: el uno minoritario y activo, y el otro mayoritario y pasivo. El más reducido, conformado por unos pocos protagonistas que dirigen los hilos de la economía y la política, frente a la mayoría, que pacientemente soporta soporta su influjo sin otra alternativa que elegir entre refrendar o cambiar las caras y las ideas de quienes se suceden como agentes de la sociedad. La paciencia de esa mayoría de ciudadanos quizá radica en ver cómo sus anhelos e intereses sólo son contemplados por los agentes sociales como moneda de cambio para obtener su respaldo electoral.
Redefinir la distribución social para que la mayoría paciente alcance un mayor protagonismo constituye una de las ambiciones ideológicas de la democracia, quizá su raíz más esencial, porque la implicación que requiere el paso hacia la actividad agente supone una sensibilización cultural de corresponsabilidad que muchos ciudadanos encuentran incompatible con su aceptada resignación de "dejar hacer mientras no moleste".
La paciencia de los ciudadanos tiene un directa relación con la paz. El patiens y la pax, raíces latinas de ambos vocablos, no sólo se asemejan en su léxico, sino que representan una común tendencia por la que quienes son pacientes lo son especialmente porque son pacíficos. Una inmensa mayoría de la sociedad considera la paz como el primer objetivo de la política, cediendo en muchos casos la iniciativa que les correspondería a fin de no alterar la relativa paz en que se viva.
Esa mayoría paciente, no obstante, puede potenciar una irresponsabilidad trascendente cuando ampara un estado de injusticia o cuando ignora la necesaria participación común en defensa de la protección de valores universales, como pueden ser la sostenibilidad del planeta, la erradicación de la pobreza extrema o la cooperación en hábitos universales de salud. Dado que esas tareas no pueden progresar sin un concierto colectivo, es preceptivo que la mayoría silenciosa se responsabilice y los secunde, pues bien demostrado en la historia está cómo los políticos de los problemas que transcienden su perspectiva inmediata de poder sólo hacen demagogia.