PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 37                                                                                              MARZO - ABRIL  2008
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VALORES DE LA ÉTICA


La ética en cuanto que representa una actitud humana debe ser considerada y construida personalmente desde la libertad que caracteriza al ser humano para obrar de acuerdo a su propia conciencia. Otra dimensión de la ética viene determinada por las relaciones en que se desarrollan los seres humanos, ya que esta disciplina tiene por objeto el bien que se sigue del obrar correctamente, pero mirando a la proyección social, a las demás personas, pues en lo que afecta al bien individual del que obra se considera más propio del objeto de la moral. Por eso la ética considera el bien obrar principalmente como proyección de bienes del ser humano en cuanto sociable.
Esta consideración social de la ética podría despistar si su formulación distorsionara la importancia de la conciencia individual que mueve a hacer el bien. La dimensión social de la ética enraíza en la percepción del hombre por el hombre y en las determinaciones que motiva. De cómo cada personalidad considera a los demás, se sigue en gran medida la actitud ética de cada vida.
Como la personalidad se estructura sobre valores intelectuales que desde la conciencia juzgan y obran, es importante para fundamentar la disciplina de la ética acotar cuáles sean los valores más relevantes para inducir los comportamientos éticos humanos. Es muy probable que los dos valores más importantes requeridos para la ética sean la humildad y la generosidad.
La humildad, que es un valor en decadencia, es la que sustenta la concepción de la igualdad de derecho de todos los seres humanos. Este valor es el que sitúa en su real posición a cada cual en el marco de las relaciones sociales, moderando el ánimo de preponderancia que el instinto de supervivencia induce al sobreestimar las propias necesidades y los propios valores sobre los ajenos.
La generosidad como valor mueve a la conciencia a considerar cómo las propias perfecciones intelectuales que favorecen la posición personal en las relaciones humanas han de conjugarse buscando el bien común. Es el valor que mueve a comunicar el bien derivado de las propias actitudes hacia los demás. Se activa desde la percepción de las diferencias mentales que existen entre los hombres que capacitan más o menos, o en una u otra materia. La generosidad induce a compartir potencias entre seres distintos para neutralizar las posibles discapacidades de naturaleza o entorno que puedan afectar a los demás seres humanos.
La humildad y la generosidad se encuentran y articulan en la consideración de la igualdad de derecho de todos los hombres y la distinción entre cada uno de los mismos. La ética como disciplina que promueve el bien obrar tiene que fundamentarse en la no discriminación, ya que cualquier discriminación infecta de mal la relación sobre el ser discriminado. La ética asimismo regula que toda relación humana será buena si de la misma se sigue un efectivo bien o perfección. Como las relaciones humanas afectan a dos o más partes, para cada una de ellas la ética evaluará el bien que proyecta a las otras; y como sólo se puede dar de lo que se posee, el bien se sustentará en la generosidad de poner las cualidades personales al servicio de los demás.