PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 38                                                                                              MAYO - JUNIO  2008
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INCERTIDUMBRE Y CONFIANZA


Uno de los condicionantes del conocer inteligente radica en la incertidumbre que se genera cuando la amplitud de su capacidad no sólo abarca lo que sabe, sino también sabe que no sabe; o sea, detecta la ignorancia entre lo que conoce y la universidad de posibilidades del conocer. Esta incertidumbre no sólo afecta a los elementos de la realidad inabarcados, sino que un conocer inteligente sabe que aun lo que conoce lo percibe parcialmente, y que de cada concepto ideado es tanto lo que se ignora que apenas se sostiene sobre algo la plena certeza.
A algunos esta incertidumbre les ha llevado a negar la realidad, como si la limitación de conocer fuera un efecto de defectibilidad de las entidades a percibir, y no más bien del proceso cognitivo. Pero incluso aceptando esta última posibilidad más lógica, habría que discernir si ello supone una defectibilidad del proceso o, por el contrario, una marca de su ilimitación, y por tanto habría de considerarse como una perfección mental.
El conocer inteligente se superpone sobre el conocer sensible en que las percepciones no se aplican sólo y únicamente sobre el conjunto de una realidad estructurada percibida, sino como sistema, de modo que cada percepción, además de ser aplicada a la realidad en la que se la percibe, se abstrae de la misma y se computa y almacena como un componente para su aplicación a cualquier otra realidad. Este proceso creativo es el que permite a la inteligencia humana no sólo saber cómo las cosas son, sino inventar cómo podrían ser computando en el saber las oposiciones entre las percepciones memorizadas. De esa distinción creativa, que se plantea cómo las cosas podrían ser de diferentes, surge la incertidumbre de que si lo que conocemos se corresponde a la realidad o realmente existe oposición entre lo sabido y lo real.
Esta incertidumbre se hace especialmente tangible cuando -además de que apreciamos nuestra ignorancia- percibimos de que podemos diseñar a propósito una realidad mental ficticia cuya manifestación entrara en colisión de oposición con la realidad. Esta posibilidad de reinterpretar lo que las cosas son según cada creatividad genera una gran incertidumbre metafísica respecto al saber, ya que, además de que revela que se conoce improcedentemente, inquieta a la persona humana porque el saber fruto de la relación con los demás seres inteligentes queda contaminada por esa capacidad inventiva.
Es aquí donde es necesario que la creatividad compagine incertidumbre y confianza. Confianza en que el no conocer cada realidad en toda su extensión, por ejemplo: en los pormenores de su composición, no produce que la idea elaborada respecto a la cosa, en función de las percepciones adquiridas, no sea cierta. El saber sectorial es un saber que se puede considerar cierto, aunque no completo, ya que muy posiblemente lo que se puede llegar a saber sobre cada cosa sea tan ilimitado que no se alcance nunca a completar ese conocimiento, pues el mismo saber cuanto más amplio es, o sea, cuantas mayores percepciones alternativas posibles  memoriza, más considera la inmensidad de la ciencia posible sobre la realidad. Esto es lo que hizo pronunciar al filosofo: "sólo sé que no sé nada". Aunque lo cierto es que por más que la ciencia detecte sus incertidumbres, no por ello deja de acrisolar un mayor conocimiento sobre la realidad.
El otro foco de incertidumbre del conocimiento proviene de la relación humana, o sea, del saber que se apoya en el testimonio ajeno, del que nunca se sabe con certeza si es verídico o falso. Como a su vez, casi todo lo que se aprende se alcanza por un u otro procedimiento a través de otras personas, cabría la permanente duda de si no vivimos de un conocimiento cimentado sobre la acumulación de lo falso, o de verdades deficientemente elaboradas. Esta corriente escéptica está muy instalada en la sociedad, pues cuanto más se razona más se detecta cómo puede la verdad haberse ido degradando por la reelaboración mental y la deficiente aplicación de unas ideas sobre otras.
La creatividad es proclive al error, porque, elaborada mediante aplicaciones intelectuales de recursos mentales, precisa del constante tamiz crítico para su contraste con la realidad; y unas veces porque ésta sólo se conoce parcialmente, y otras por la propia admiración por lo novedoso, se sigue que de lo imaginado no se detecta más que lo positivo  y sólo tras su experimentación se sigue la magnitud de su error. Esta defectibilidad que merma la confianza del hombre en el hombre y en la sociedad de alguna manera se compensa con la confianza que presta el que la inteligencia común, por su hábito de incertidumbre, juzga, controla, restringe y proscribe el error por ser contrario a la confianza que merece la propia inteligencia, y así, de alguna manera, la sociedad progresa con una dosis de confianza que hace tolerable la convivencia.
Otra esfera donde confianza y e incertidumbre se debaten es en la de los sentimientos personales, ya que, aunque fundados en percepciones sensibles, responden a abstracciones mentales y éstas son muy vulnerables, tanto a la ilusión como a la mentira. A la ilusión, porque muchas veces se forjan donde no las hay, cuando no se siguen de conocimientos objetivos sino de apreciaciones de la pasión, y se adjudican a las manifestaciones ajenas realidades que no contienen. A la mentira, porque, dado el alto grado de abstracción de los sentimientos, se prestan a ser mostrados desfigurados sin apreciación exterior en función del interés que se precise en cada momento de la relación. Aquí la incertidumbre y la confianza entre las personas se oponen de tal modo que cada cual debe decantarse entre la fe o la duda, porque por mucho que la inteligencia indague en los sentimientos es muy poco lo que puede llegar a conocer, dado que incluso muchas veces dentro de cada persona se articulan sentimientos contrapuestos que superan los márgenes de la propia razón. En el fondo cada persona es la primera que ha de vivir poniendo mucha fe en sí misma para paliar las muchas incertidumbres que se le escapan de la razón.