PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 4                                                                                                   OCTUBRE-NOVIEMBRE 2002
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DEPREDADORES: LA ESPECULACIÓN







De la incorporación del hombre a vivir en sociedad se desprende para cada individuo beneficios, fundamentalmente dos: la especialización del trabajo que facilita la subsistencia, y la comunicación de la creatividad que genera el progreso. De la administración de estos campos se constituyen relaciones de justicia social.

Los distintos sistemas económicos han reflejado la estructura de intercambio de bienes y servicios, desde la regulación estricta por parte de la autoridad hasta el absoluto libre-cambio. Conseguir el máximo equilibrio entre lo que cada cual aporta y recibe en sociedad es el mudo gordiano de la justicia social, pero que siendo distintas las naturalezas de las personas, muchos proponen la necesidad de factores correctores que equilibren desigualdades. En cualquier caso lo que parece razonable es una adecuación proporcional entre los bienes que cada persona aporta consecuencia de su trabajo y los bienes que recibe para su subsistencia y disfrute.
Desde la perspectiva de la filosofía del trabajo, la ordenación aun difícil de la justicia social no sería tan problemática de no aparecer en la sociedad elementos decididamente desequilibrantes. Uno de esos factores en las economías contemporáneas lo constituye la especulación.
Con independencia de la definición que le corresponda en el paradigma de los conceptos económicos, para lo que respecta a la filosofía social la especulación constituye el acto por el que un individuo consigue del resto de la sociedad bienes no en virtud del trabajo sino como consecuencia de una actividad que en realidad sólo representa un espejismo del mismo.
No es fácil acotar al concepto de especulación cuando el mismo se encuentra tan integrado en las estructuras socioeconómicas e incluso premiado en el marco de las sociologías de mercado, por ello la penetración filosófica sobre su naturaleza e influjo se hace más necesaria.
Una distinción previa importante es la de diferenciar en la interrelación de los campos semánticos de lucro y especulación algunos rasgos distintivos determinantes. El lucro puede proceder del beneficio añadido en el intercambio de los bienes producidos por el trabajo, mientras que la especulación correspondería al beneficio añadido por una actividad que no aporta ningún nuevo bien al colectivo social, sino que se proyecta como una actividad parásita sobre una necesidad.
En el pasado algunos significaron como especulativa toda actividad comercial, desde la perspectiva que una vez  producido el objeto, todo el incremento de valor en el cambio era objeto de plusvalía, pero quizá no se apreciaba que la mera actividad comercial de aproximar un objeto al consumidor es un bien consecuencia de un trabajo. La especulación se plantea cuando el intermediario no trabaja un bien sino tan sólo lo retiene para que variando las condiciones de necesidad de demanda la oferta incremente su precio en el mercado.
Del influjo de la especulación sobre la economía global no se publican índices reales, pero si analizamos su presencia en los mercados bursátiles, sobre el suelo, agua, materias primas, sobre un sinfín de bienes prioritarios, no estaríamos lejos de considerar que como un cáncer mina las perspectivas de desarrollo de muchos pueblos.