PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 4                                                                                                   OCTUBRE-NOVIEMBRE 2002
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MARIONETAS







La construcción de la sociedad es más rica cuando la participación de sus ciudadanos es más amplia y la personalidad de los mismos más desarrollada. La personalidad como conciencia íntima de proyección individual, de interpretación subjetiva del sentido de la vida, corre pareja a un proceso de maduración del conocimiento intelectivo. Supone la determinación de la singularidad del individuo en la persona.

Esa diversidad de la personalidad, no obstante ser uno de los factores decisivos para el progreso social, representa para quien rige la comunidad el mayor reto al ejercicio del poder.
Las estructuras políticas en la medida que asumen ejercicio de control se realizan más eficientemente cuanto mayor sea la uniformidad de la masa social que administran y menor sea la dispersión de criterios que conjuntar. Las estructuras económicas buscan la uniformidad en el consumo como objeto de facilitar la planificación de la producción.
La presión que el poder ejerce sobre la sociedad entraña el riesgo de favorecer la uniformidad y constreñir la personalidad de los ciudadanos a patrones preconcebidos. Esa tendencia se hace realidad mediante la promoción de ideales que se constituyen como ejemplares a los cuales avenir la voluntad de los ciudadanos. El sistema para llevarlo a término es la manipulación de las masas mediante la propaganda política o la publicidad comercial. El margen que dista desde la información a la coacción psicológica es el que determina las recortes en la libertad.
Concluir que un ciudadano es libre porque puede ejercer mediante el sufragio la determinación de algunas realidades sociales, no es más que una pobre concepción de la libertad.
Una sociedad es tanto más libre cuando su estructura en más participativa, orgánicamente más dinámica, las conductas de sus ciudadanos manos regladas y mayor su receptividad.
Los poderes, siguiendo el adagio romano de pan y circo suelen distraer al ciudadano de sus propias responsabilidades trasmitiéndoles la imagen de que su seguridad y progreso están garantizados; así, las personas satisfechas en sus necesidades primarias, postergan el hábito de pensar y se van convirtiendo en individuo amorfo, masa, de la que ya preconizó el filósofo español como verdadera protagonista de nuestro tiempo.
Contra esas conductas totalitarias, más o menos revestidas de democracia, la única contención está en el desarrollo de la cultura humanística que inquiete en la persona su capacidad protagonista y la lleve a interrogarse si la sociedad que se construye a su alrededor responde a su expectativa de progreso social.
Silenciar la iniciativa para mover al mundo como marionetas se puede lograr con muchos procederes, algunos tan antiguos como pan y circo se leen hoy como televisión y consumo.