PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 41                                                                                            NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2008
página 9
 

ANÓNIMO


La presencia en su obra puede interesar a cada autor de forma muy distinta, ya que hay autores cuyo interés se centra en que la obra le sirva explícitamente para exponer a la sociedad su criterio o personalidad, y hay otros cuyo objetivo literario o periodístico es que la obra tenga personalidad propia, absolutamente desligada del autor. Los primeros buscan hablar a través de su obra, los segundos que sea la obra la que pueda hablar del autor. Respetar esa voluntad debe ser uno de los objetivos de los intervinientes en todo el proceso de divulgación: editores, impresores, registradores, críticos y libreros. Ya que lo que se publica lo es tanto de un autor que se prestigia con su popularidad, como de quien desea permanecer al margen del efecto que produce su obra. Corresponde a la crítica saber comprender las distintas formas de entender la trascendencia de la personalidad del autor y obrar en consecuencia. Así, cuando una obra ha sido publicada con seudónimo, no es necesario que el crítico literario investigue sobre el autor, porque es éste quien apuesta por que sea la obra la que comunique, reservándose quedar al margen de cualquier influjo sobre el lector de la misma.
El límite de la desvinculación subjetiva de la obra por parte del autor se da cuando éste procura que la obra quede anónima, lo que aun siendo difícil entre sus contemporáneos puede llegar a lograrse para las sucesivas generaciones. Esa actitud del autor es tan responsable como la de quien incluso se llega a citar en el texto. Quedar anónimo es suscitar la reflexión por el contenido en sí mismo y no por el influjo que el autor pueda tener sobre el lector. Incluso puede haber una marcada intención de que cada obra sea analizada en sí misma y sin relación a la restante obra del mismo autor. Ese esconderse del autor tras la obra puede representar un huir escribiendo, pero ello es tan digno como escribir para estar.
En la historia de las artes existen muchas obras anónimas que lo son porque su autor no tuvo el más mínimo interés en trascender. Otras, en cambio, deben su anonimato a las circunstancias o al desinterés de los historiadores por averiguarlo. Lo que conviene entender es que muchos anónimos lo son porque sus autores voluntariamente no hicieron nada para que su nombre y persona resonaran como tales. ¿O es que no añade un especial interés para el contenido de una obra el no saber si se debe a autor o autora? ¿A docto o simple letrado? Añade un elemento que podría conferírsele rango artístico, ya que traslada a la propia obra su total, completo y permanente interés.