PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 42                                                                                            ENERO  - FEBRERO  2009
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EL BUCLE DE LA DECISIÓN


En muchos estamentos laborales se considera una idoneidad la capacidad personal para evaluar y decidir de forma inmediata las determinaciones a tomar ante una situación conpleja. Esa cualidad, que se considera propia de directivos y ejecutivos, está vinculada a la capacidad de análisis y síntesis de la mente, pero su correcta aplicación viene mediatizada por la razón que dictamina cuándo conviene decidir de inmediato y cuándo es necesario, a pesar de la urgencia, tomarse el debido tiempo de reflexión antes de decidir. Si un tema es tanto más trascendente, parece lógico que la respuesta sea mucho más consciente, pues del error de la decisión se pueden producir consecuencias negativas importantes.
Ese equilibrio entre capacidad de respuesta y reflexión es el que caracteriza a la persona eficaz, cuya virtud no responde sólo al carácter, sino también a la formación intelectual por la que la razón se acostumbra a valorar los procedimientos pertinentes a cada necesidad.
Las decisiones que una persona toma a lo largo de cada jornada de su vida se fundamentan en tres procesos:
  1. Las percepciones globales que los sentidos detectan respecto a una situación determinada.
  2. La experiencia acumulada de la eficacia de las reacciones aplicadas en casos similares.
  3. La intuición intelectual de posibles nuevas reacciones y el análisis de la idoneidad de sus consecuencias.
Cada uno de estos procesos va a ser determinante para la correcta decisión de la respuesta, y la adecuada gestión de cada uno de ellos supone la garantía de que los restantes puedan aplicarse con idoneidad.
En el primero de ellos, lo más importante es reunir la máxima información posible en virtud de la más completa percepción de las circunstancias que puedan converger sobre un determinado asunto. Disponer de una información es el requisito indispensable para ofrecer la respuesta correcta. La eficacia para esto reside en ser capaz de discernir con rapidez qué cosas son las importantes a observar, y analizar mentalmente si la información externa es suficiente para tomar una resolución, o si se hace preciso completarla para poder ofrecer una respuesta. Una capacidad del análisis adecuado de la percepción será fundamental para resolver cualquier conflicto. En este caso el bucle de la decisión viene marcado por una evaluación positiva de los datos que permita acceder al procedimiento siguiente o tomarse el tiempo de espera necesario para recabar la información complementaria.
En el segundo, se trata de procesar mentalmente la experiencia personal o de grupo de la eficacia de las respuestas planteadas. Este análisis en muchos procesos sigue protocolos preestablecidos, con el fin de optimizar el tiempo de respuesta. Estos protocolos, redactados o mentales, forman parte del bagaje profesional de cada persona, y su eficacia en la desición radica en que el proceso de respuesta adecuado sea el pertinente al resultado del análisis de la percepción del caso. Cuando no existe un protocolo predeterminado, es cuando la mente del ejecutivo ha de configurar una respuesta en virtud de datos alternativos de experiencias semejantes, lo que implica un bucle de tiempo para evaluar en qué modo cada una de esas experiencias es aplicable y su posible repercusión. El riesgo de cruzar experiencias parciales requiere un análisis que debe ser tanto más meticuloso cuanto mayor sea la trascendencia del asunto que se trata. En el caso de no contar con experiencias anteriores de aplicación, es necesario, de modo total o parcial, suspender la respuesta inmediata hasta evaluar en el tercer proceso una solución adecuada para resolver el conflicto.
El tercer proceso es el que precisa un bucle de tiempo de respuesta proporcionado al problema, ya que para ofrecer una respuesta anteriormente no evaluada se requiere encontrar una resolución inteligente que intuya las posibles actuaciones alternativas y determinar las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas. Este análisis requiere su tiempo, y aun las personas más ágiles de inteligencia deben ser precavidas en considerar detenidamente las intuiciones aplicadas. Un buen directivo se destaca por ser capaz de intuir respuestas, pero también en darse tiempo para evaluarlas y decidir.
Este bucle de tiempo que la persona necesita para decidir es consecuencia de que debe razonar todo lo que no son respuestas condicionadas por su mente en virtud de la experiencia inmediata. En ese razonamiento está el desarrollo dinámico de la especie humana, pero para no progresar en función de la rectificación sobre los errores es por lo que conviene en el trabajo contar con el bucle de tiempo necesario para ofrecer la respuesta adecuada.