PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 42                                                                                            ENERO  - FEBRERO  2009
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EL PRECIO DEL DINERO


La moneda es un instrumento necesario para el desarrollo del comercio, cuya emisión se reserva a los Estados, que son quienes tienen la obligación -en el marco de la gestión del bien común- de hacer de ella medio útil para que el mercado redunde en el próspero bienestar de los ciudadanos. Dado que la moneda de por sí no tiene valor -es simple metal, papel-, el que se le atribuye debe ser regulado correctamente para que cumpla eficazmente su objeto en la economía social.
Cuando la moneda se usa como instrumento de valor de permuta de bienes, la propia regulación de los mercados estima el valor asignado en número de monedas a cada bien, haciéndose fluido la permuta de bienes y servicios entre los ciudadanos. Cuando el bien que se adquiere es la propia moneda, es más complicado asignarle valor o precio, porque por el mismo puede hacer fluctuar todo el sistema financiero de la sociedad. Comprar dinero a cuenta es adquirir posibilidad de intervenir en el mercado sin bienes reales que dar a cambio, sino un proyecto de realización que permitirá saldar la deuda en función de los bienes y servicios futuros a ofrecer en el mercado. Esa proyección de futuro de las finanzas son las que generan gran parte del desarrollo económico, pero también la especulación y la vana creatividad de la sociedad. Mientras que el mercado real intercambia bienes, el mercado financiero promueve ilusiones que sólo y en cuanto realizaciones futuras podrán justificar su eficaz inversión. Por ello, los Estados están en la obligación de evaluar el lógico precio del dinero para, a través de él, regular una política económica que trascienda el valor de confianza que el dinero tiene para los ciudadanos en función de que el mismo está respaldado por el conjunto de la producción que constituye la riqueza del país. Ya de por sí, el dinero es un bien de servicio que agiliza el mercado y garantiza la libertad del ahorro sin tener que recurrir a la acumulación de mercancías o titularidad de inmuebles. Los bancos centrales que regulan la liquidez del dinero deben preocuparse de que el dinero circulante esté respaldado por el PIB real, para contener las tendencias inflacionistas derivadas de la depreciación por falta de confianza, pero también en consideración que haya liquidez para sostener la inversión que avale el crecimiento económico.
Mientras que para el intercambio de mercancías el valor del dinero es menos relevante, cuando es el mismo dinero el que se convierte en mercancía de préstamo para financiar nuevos proyectos su precio de crédito es fundamental para facilitar una mayor o menor inversión, lo que alcanzará buen fin cuando la producción sea suficiente para reembolsar los créditos más los intereses generados. Si el precio del dinero es muy alto, se limita su disponibilidad en muchos proyectos de inversión. Si es muy bajo, se corre el peligro de minusvalorar su propio valor e invertirlo alegremente en proyectos poco consistentes, sin tomar en consideración que la disponibilidad monetaria no es ilimitada, y se corre el riesgo de favorecer una inversión especulativa poco productiva. Es misión del órgano regulador monetario establecer un precio para el crédito que favorezca el ahorro y controle el endeudamiento, para que tanto familia como empresa mantengan una economía que valore el objeto del dinero en la sociedad y su finalidad primordial para un desarrollo equilibrado hacia el bienestar duradero. Es preciso que las políticas económicas contemplen interesar el ahorro con vistas a la disponibilidad de recursos para autofinanciar en parte las nuevas inversiones, sin tener necesidad de disponer tanto del crédito; esto evita un crecimiento descontrolado de la economía que la sociedad no pueda digerir correctamente. Cuando el endeudamiento es desproporcionado, puede llegarse a producir más de lo que se puede consumir, y ello supone un revés que puede invertir el ciclo económico. Es misión de la política monetaria alertar e intervenir para regular los excesos de euforia económica.
Contener el endeudamiento desproporcionado con una política de precios del dinero relativamente altos no contraviene la responsabilidad por la que los Estados establezcan mecanismos compensatorios para abaratar el crédito a las inversiones estratégicas para el desarrollo, con lo que se garantice el crecimiento productivo preferencial y se controle la canalización del dinero hacia las burbujas especulativas.