PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 43                                                                                            MARZO  - ABRIL  2009
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EL DEPORTE COMO FACTOR DE INTEGRACIÓN


La actual configuración y funcionamiento de la sociedad viene siendo incapaz, en términos generales, de reducir las desigualdades sociales existentes, y más bien lo que está generando son sistemas y mecanismos que tienden a reforzar esas desigualdades.
Parece claro que el mantenimiento y posible desarrollo de las diferencias sociales y culturales influyen negativamente en los niveles de progreso de las sociedades, donde la brecha entre ricos y pobres se agudiza y consecuentemente empeoran los umbrales de pobreza, indigencia y conflictividad social.
En este nuevo orden mundial globalizado, puesto en cuestión, cada vez mas, a través de la actual crisis general, de carácter económica, social, cultural, educativa, donde la competitividad en todos los ámbitos de la vida debe anteponerse a la “trasnochada y arcaica” línea de comportamiento ético soportada por una base de valores humanos, nos encontramos con el deporte y la actividad física como una oportunidad de desarrollo humano y factor social de integración no exenta de problemas y contradicciones.
Tendencia al cambio de paradigma deportivo:
Los segmentos sociales más desfavorecidos encuentran en la actividad deportiva popular una esperanza de relación e integración en núcleos urbanos y generalmente en instalaciones públicas. Allí realizan el primer encuentro y contacto y allí se inicia la posible unificación de intereses, programas y planificación deportiva con criterios más o menos formales o informales. Aquí también van apareciendo las contradicciones entre intereses populares frente a objetivos personales ambiciosos. Así es el deporte.
En esta dualidad, representada por un lado por la base individualista y personal que desarrolla toda la teoría del rendimiento deportivo actual (entrenadores personales, aprendizaje individual...), queremos contraponer la vertiente lúdica que propone el marco popular de entrenamiento en grupo, así como en las consecuencias y resultados positivos que presentan en la vertiente social.
El corredor, sobre todo el popular, busca una filosofía de vida, una forma de entenderla e incluso una forma de comportamiento muy por encima de la marca o del crono, o de la mejora constante de nuestro rendimiento.
Los sociólogos serán los llamados a que nos confirmen este cambio de paradigma deportivo sustentado por las aportaciones en la vertiente social, educativa, cultural, bienestar y salud ciudadana, puesto que son estos profesionales los que moviendo estadísticas realizan análisis y concluyen tendencias, contrastadas empíricamente, de comportamientos humanos en estas áreas de desarrollo personal.
En una época en la que existe un claro deterioro de las relaciones sociales -porque no hay tiempo para nada- el correr, por ejemplo, con una persona al lado permite recuperar el espíritu de la amistad. Sólo hay que compartir “ un ratito al día” con un grupo de personas con intenciones (intereses) parecidas, que no son otras más que superar una sesión de entrenamiento adecuada (armónica y tranquila).
Formación de Grupos Populares de Atletas:
En este escenario de desigualdades sociales, la oportunidad de formación de grupos de deportistas populares de forma espontánea, sin exclusión de razas, sexo, educación, clases sociales y o niveles de aptitudes físicas, es un rayo de esperanza para nostálgicos que defendemos la teoría del deporte como corrector e integrador de desigualdades sociales.
Sentirse parte de un grupo de entrenamiento es algo más que disponer de un carné de un club, ya que lo importante es la “armonía “ del grupo donde, finalmente, la amistad funciona como vínculo de la actividad.
No es fácil, pero tampoco imposible en la actualidad, conseguir que un grupo funcione con las condiciones ideales. Sin embargo, en la actividad física suele triunfar con frecuencia cuando se propicia una línea de comportamiento colectivo tendente a eliminar los inconvenientes a través de una filosofía que interprete la manera de buscar esa adaptación orgánica al esfuerzo (entrenamiento) de forma progresiva y armoniosa, que termina siendo una forma de entender la vida.
Partimos de la base de que todos los componentes del grupo vamos incorporando una sensación única de difícil descripción, pero que sin lugar a duda genera armonía interior y la vamos experimentado todos. Es algo que va creciendo dentro y lo exteriorizamos cuando vamos trabajando el entrenamiento en equipo, que no es otra que el “trance” psicológico que se consigue cuando uno se encuentra a sí mismo corriendo, son esas sensaciones (endorfinas) donde uno se ve en disposición de afrontar cualquier reto.
Correr engancha. Para saborear la carrera hay que vencer un periodo de adaptación física y mental, y es en ese proceso de acercamiento donde entra en juego el papel facilitador que ofrecen las relaciones grupales y donde se fraguan las primeras amistades, apoyadas en el interés en recibir información. Importantísimo el papel que juega el veterano o experimentado atleta, que hace de iniciador o educador en esta faceta cuando se carece de organizaciones estructuradas.
Durante el entrenamiento colectivo y en grupo “no se para de hablar”, hablamos y mucho, sobre todo si la sesión se hace a ritmo adecuado (lento), que es lo suyo. Siempre se ha compartido, entre los rigurosos técnicos, que la mejor intensidad de entrenamiento es aquella que permita hablar entre los compañeros, pues garantiza una eficiente gestión energética del organismo. Es decir, la conversación grupal es la clave o referencia que nos orientará hacia el ritmo de crucero ideal del grupo.
La decisión de afrontar una planificación del entrenamiento de forma colectiva supone compartir e integrar en la familia deportiva toda la riqueza de valores, sensaciones y experiencias; superando juntos momentos de sufrimientos y de mucho esfuerzo, como disfrutando de la alegría de haber conseguido retos u objetivos comunes. Toda esta convivencia desemboca en un hermanamiento de por vida con el resto de los compañeros.
El estímulo de los compañeros al sentirse parte del éxito colectivo es vital en el desarrollo y devenir del grupo. Los errores individuales dentro del entrenamiento grupal suelen ser atenuados por los demás de forma armónica y llevando una labor correctora de forma equilibrada; de esta manera conseguimos que el ritmo se restablezca hacia su adecuación al grupo. Los más dotados ceden sus prioridades en beneficio del grupo, fundamentalmente en las fases de aprendizaje y familiarización colectiva.
El consejo solidario de un compañero más experimentado ante un bajón en el rendimiento deportivo o palabras de consuelo ante una lesión inesperada hacen equipo, y responden al espirito y filosofía de apoyo en todos los niveles humanos.
Todas estas actuaciones desarrolladas en el ámbito interno del grupo deportivo es una manera de avanzar como seres humanos de manera correcta, de tal forma que nos empezamos a encontrar formados para rebasar la barrera deportiva y empezar a interactuar en el ámbito humano, social, educativo y, si es necesario, también en el político.
El papel trascendente del deporte en el proceso integrador:
Ya lo hemos dicho antes, que el deporte, dejando al margen todas sus contradicciones, aporta elementos importantes para evitar la marginación y la exclusión social, así como las discriminaciones raciales, religiosas, de género, de naturaleza y condición. En los últimos tiempos, ha habido procesos públicos de concienciación social, pendientes de consolidar y objetivar, que sólo han quedado en una excelente declaración de intenciones.
No obstante, nosotros consideramos que el deporte popular tiene una alta capacidad integradora, y debemos de seguir insistiendo en la importancia de continuar trabajando, cada uno en nuestro pequeño ámbito, a través de una serie de líneas de actuación:
  • Potenciando los valores educativos y formativos del deporte, partiendo de la no exclusión por condición social, raza, nivel o sexo, y desarrollar el espíritu de equipo, disciplina, esfuerzo y juego limpio.
  • Reforzando los valores sociales de la amistad, convivencia, solidaridad, comprensión, tolerancia, compromiso y respeto.
  • Impulsando la integración ciudadana libre, como cauce de manifestar tendencias más proclives a la participación que a la competición y, lógicamente, evitando la confrontación entre ganador y perdedor.
  • Eliminando barreras de separación a personas desfavorecidas y deportistas con discapacidades, tratando de universalizar los derechos de participación deportiva para todos.
  • Fomentando programas hacia la igualdad entre mujeres y hombres en la práctica deportiva.
En definitiva, impulsando la práctica recreativa del deporte limpio, saludable e igualitario, utilizándolo como lenguaje universal y elemento integrador, y el mejor potencial de socialización que probablemente tengamos en este mundo.