PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 44                                                                                            MAYO  - JUNIO  2009
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SOLIDARIZAR LA LIBERTAD

 
El paso del antiguo régimen a la sociedad moderna se puede considerar desde la transformación política, desde la evolución económico-social, pero lo más característico de ese cambio radica en la consideración de la libertad como un derecho individual de cada uno y todos los seres humanos. La abolición de la esclavitud y la extensión paulatina de los derechos políticos a todos los ciudadanos nacen de esa consideración de la libertad humana para decidir por su propia voluntad en lo referente al destino de su vida, sin más límites que el respeto a la libertad de las demás personas.
Durante décadas de siglos, y aún en muchas sociedades del mundo actual, se ha concebido la vida como una estructura que asignaba roles en función de una jerarquización de dependencias esenciales a la naturaleza misma de la comunidad humana. Así se justificaba como propias de la naturaleza la dependencia de la mujer al marido, de la unidad familiar al clan, de unas castas sociales a otras, de la sociedad en general a la religión, de los súbditos al rey. Esta forma de entender el destino de toda persona, ligado en gran manera a su condición por nacimiento, continúa ejerciendo un importante influjo, incluso en las sociedades modernas de nuestro siglo, cuando no es asumida socialmente la plena igualdad de la condición de libertad sobre sus actos para cada uno de sus ciudadanos, aunque ese derecho se encuentra reconocido en el ordenamiento legal.
Considerar como una sociedad moderna la que reconoce de hecho el ejercicio de la libertad en los actos habituales de la vida cotidiana ha sido para muchos el sueño de la auténtica revolución social, y una utopía que progresivamente se va imponiendo y difundiendo en la sociedad. Doctrinas como la igualdad entre hombre y mujer, la anulación de toda discriminación por raza o religión o el derecho universal a la gestión del poder son importantes que sean proclamadas legalmente, pero es mucho más importante que sean legítimante practicadas en todos los órdenes de cada espacio social.
Una de las dificultades para la transformación del antiguo al moderno régimen social radica en la asunción por la misma persona de su condición íntegra de libertad, pues la fuerza de la costumbre y las tradiciones seudomorales condicionan esa evolución mental necesaria para asumir radicalmente el pleno ejercicio de la libertad. Cuando esas reticencias mentales persisten, no sólo afectan a la propia personalidad, sino que con ella se prejuzgan los comportamientos humanos ajenos, y no pocas veces deciden erróneamente en favorecer la persistencia de cortapisas a la salvaguarde pública de la libertad individual.
Disfrutar de ese grado de modernización de la sociedad no sería un justo reconocimiento al progreso si no va acompañada por una activa concienciación de toda la sociedad, pues cualquier bien social debe desearse para el mayor número de personas como característica de la solidaridad que deber conjugarse desde la razón de madurez que informa la responsabilidad inherente a la libertad. Si durante siglos  la conciencia de sumisión a los dictados de la tradición configuraron una sociedad jerarquizada, la nueva conciencia de libertad debe informar la cultura de los nuevos tiempos, lo que no se puede lograr sin un importante esfuerzo de los ciudadanos por compartir sus experiencias de libertad.
El ejercicio de esa solidaridad no radica en difundir estructuras políticas como modelos ejemplares de libertad, pues para muchas personas del mundo esos sistemas representan el símbolo de la represión de la libertad. Lo verdaderamente trascendente para el cambio social está en despertar la  conciencia personal de libertad que ayude a reconocer las causas de las ataduras que condicionan la libertad en cada entorno social, y así apoyar solidariamente a cada ciudadano a ser capaz de remover personalmente los obstáculos que limitan su libertad.
Considerar que no es tarea sencilla modificar una realidad social, que informada desde las esencias del antiguo régimen aún domina sobre una gran parte de la humanidad, no debe sino impulsar la  conciencia de solidaridad para reivindicar unos valores que deberían haber dirigido todas las culturas, pues su detrimento pudiera ser digno del riesgo de una involución de la que no está ausente la sociedad contemporánea, como ya las hubo en épocas pasadas de la historia.