PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 45                                                                                            JULIO  - AGOSTO  2009
página 6

ERROR Y EQUIVOCACIÓN

 
En el objetivo de la enseñanza por transmitir conocimientos es muy importante distinguir entre definiciones de contenidos y sísntesis de conceptos, ya que unos y otros influyen con muy distinta trascendencia en la apreciación de la realidad, pero, sobre todo, porque la rectificación de los contenidos de saber aprendidos es más asequible que la modificación de aquellos conceptos elaborados sobre las percepciones propias del entorno externo. Lo que se aprende en virtud de la autoridad que se concede a quien enseña se rectifica en cuanto una autoridad mayor lo desautoriza; sin embargo, lo que se consolida en la mente en virtud de las valoraciones subjetivas sólo se varía bajo el influjo de la reflexión interior que se sigue de las continuas experiencias personales.
La evaluación del alumno no debe orientarse a calificar lo acorde o falso de los contenidos de los ejercicios que presenta respecto a los objetivos de conocimientos a aprender, sino si ese aprendizaje se sigue de una buena conceptuación, o si más bien se sigue de una práctica instalada con más o menos acierto para memorizar lo que se le enseña. Consolidar una y otra es el fundamento del estudio, aunque enseñar a elaborar adecuadamente los conceptos es mucho más interesante porque favorece el hábito de la búsqueda de la verdad.
En un alumno puede existir una tendencia a la equivocación en los resultados de sus ejercicios que proviene de la ansiedad por resolverlos con premura, porque no fija bien la atención para leer lo que se le pregunta, porque usa deficientemente los recursos auxiliares o porque confunde respuestas memorizadas a las respectivas cuestiones, pero lo importante es que todas esas equivocaciones son subsanables en cuanto mejora la aplicación del alumno.
Distinto a la equivocación es el error, que se podría definir como la deficiencia de contenido de verdad de un concepto o de una idea que se ha elaborado en la mente. El error de concepto es quizá el error por antonomasia, porque aleja a la persona de la realidad y constituye una base sobre la que se cimientan otros futuros errores. Mientras que la equivocación no refleja necesariamente una deficiencia de contenidos de verdad, sino, las más de las veces, un mal cálculo o una confusión de interpretación, en el error se evidencia una deformación subjetiva de la realidad por defecto en la captación de alguno de los contenidos de verdad que fundamentan ese concepto. Como la distinción de los contenidos de verdad se sigue del juicio de la sabiduría interior, en los niños, por carecer de madurez intelectual, la conceptuación por inercia es muy propicia, consolidándose así conceptos erróneos.
Esa labor del profesorado para descubrir los errores de concepto de los alumnos forma parte de la apasionantes tarea de la enseñanza, lo que no se logra sin un marcado interés, y se corrige sólo eficientemente cuando se ayuda a razonar sobre los contenidos de verdad para que sean aceptados libremente según la mentalidad de cada alumno.
Cuando se consideran como equivocaciones las respuestas que constituyen errores de concepto, se deja de hacer un verdadero servicio a la enseñanza, pues la posibilidad del alumno de progresar se entorpece tanto como sea de deficiente la propia capacidad subjetiva para salir del error. A veces se consigue mejorar unos resultados aparentes en función de desarrollar un efecto de mimesis por la que el alumno memoriza la respuesta esperada por el profesor en virtud de soluciones a ejercicios memorizados, pero, a la larga, si no se corrige el error en el concepto la deficiencia afectará al vigor en el progreso del conocimiento.