PERCEPCIÓN E INTUICIÓN
Cuando se estudia el sistema de conocimiento que poseen los seres vivos, uno de los puntos más importantes es el que se refiere a la relación por la que se pueda obtener cualquier tipo de información, mediante la cual, debidamente procesada, se incremente un saber, más o menos práctico. Para establecer esa relación de comunicación es necesario que exista algo cognoscible que se constituya como objeto a aprender. Ese proceso de captación de cualquier información novedosa o reiterativa se denomina percepción, y se logra en cada ser vivo por la facultad de algún terminal sensible capaz de alterarse mediante una modificación computable que responde a un influjo externo. Ese dato recibido, debidamente procesado, constituirá un percepción que es la base de un nuevo conocimiento.
La percepción sensible es un proceso computacional material de determinados órganos del ser vivo, que captan y procesan la información conveniente para su desarrollo, para lo cual gozan de sentidos proporcionados a su necesidad. La percepción es el signo más evidente de la relación entre los seres y su medio, y el elemento primero que posibilita el conocimiento, pues sin señal que incorporar no existe posibilidad alguna de computar cualquier hecho existencial.
El sistema de percepción alcanza una función comunicativa y otra limitativa, pues es causa de cuanto percibe cada ser de la realidad, pero también le limita en el conocimiento a lo que pueda ser recogido e informado. Así se genera que el conocimiento en cada ser particular tenga que ser progresivo y a posteriori de su relación con los entes que le ofrecen información. De esta forma, todos los conceptos e ideas tienen su origen en percepciones sensibles debidamente computadas, procesadas y analizadas, permanentemente conocidas según la capacidad de memoria que posea cada individuo y cada especie, por la que pueda hacerlas presentes reiteradamente.
Existe otra posibilidad de conocimiento distinto al de la percepción, mediante el cual formular juicios analíticos sobre una realidad a alcanzar desarrollados desde la abstracción del conocimiento sensible. Este conocimiento creativo es el que se denomina intuición, en el que lo que se sabe se apoya en lo conocido por la percepción, pero su contenido ya no se ajusta a lo lógicamente computado, sino que proyecta desde la abstracción configurada sobre el conocimiento sensible una realidad cierta o posible, pero distinta y a veces opuesta a los juicios sintéticos informados desde la percepción. Esta intuición o imaginación puede ser censurada como un saber de lo probable o posible, pero en cuanto sistema de conocimiento es totalmente distinto al perceptivo, porque en él la información procesada procede exclusivamente, mediante análisis de los sentidos internos, de abstracciones inmateriales de la mente. El conocimiento intuitivo no radica en la contemplación de esas abstracciones conclusivas de todo el proceso derivado desde la aprensión sensible, sino utilizarlas como fuentes de datos para, mediante la reflexión, articular un nuevo proceso cognitivo conclusivo en el que se generan realidades a realizar distintas a la realidad existencial conocida.
Esta distinción podría parecer banal para la mayoría de las personas, incluso de los filósofos; pero, no obstante, cabría tomarse en consideración si se tiene en cuenta la afirmación de Enmanuel Kant en su Crítica de la razón pura de que no son posibles las intuiciones espirituales. Pasados los siglos, queda en duda si podría existir confusión entre percepción e intuición en la interpretación de los términos utilizados por Kant, o de la amplitud de los campos semánticos respectivo de cada uno de ellos. En cualquier caso, del análisis que realiza Kant se sigue que no existen percepciones espirituales, pero no necesariamente que exista contradicción en admitir intuiciones en el espíritu, cuando éstas se entienden como pensamientos creativos no derivados directamente de lo percibido por los sentidos, sino constituidos a partir de las abstracciones mentales. Es cierto que si no son previas las percepciones sensibles no son posibles las ideas mentales, pero, una vez éstas configuradas, nada impide que intuiciones inmateriales construyan sobre ellas las ideas creativas que dirijan al ser humano a transformar la existencia más allá de tal como la conoce por la mera percepción.