PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 51                                                                                          JULIO - AGOSTO  2010
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ALTERNATIVA AL SISTEMA ECONÓMICO

 
Las conclusiones prácticas a que se puede llegar por la aplicación del análisis que la filosofía social realiza de cómo debería ser la sociedad suponen considerar una permanente evolución a los sistemas sociales, hasta admitir que se dan condiciones de verdad estables en las relaciones que se establecen. Pero como la dinámica del ser humano es la creatividad, y por tanto las relaciones entre las personas y con la naturaleza se perfeccionan o degradan, es por la que la directriz del pensamiento social debe ser tan ágil como para que no se desencante de su propia tarea.
Establecer pautas socio-económicas globales para el siglo XXI inspiradas en consideraciones formales de esta línea de pensamiento como alternativas al sistema vigente de gobernanza del mundo puede ser una utopía, pero no por ello se debe ceder a que la razón del bien licite con los demás intereses sociales por hacer valer sus fundamentos de progreso.
Se relaciona a continuación nueve tesis que podrían avalar un programa económico sostenible para el presente siglo:
  1. Tomando en consideración que: a) La noción de propiedad es consustancial al esfuerzo del hombre sobre la porción de naturaleza que transforma para su beneficio mediante el trabajo. b) La inteligencia humana estableció  a través de la historia cómo por la especialización en la dedicación laboral lograba un desarrollo mucho más eficaz para el colectivo humano. Las sociedades mercantiles deberían preserva ambos principios, y ello debería conducir a que los sistemas de integración y retribución de los trabajadores fueran acordes a la proporcionalidad de la creatividad prestada y a los beneficios obtenidos. Variar el sistema de retribución de forma proporcional y compartida entre el capital económico y laboral estabilizaría la economía empresarial adecuándola a las oscilaciones de los mercados. Tanto el sistema liberal de compra venta de la mano de obra como la alternativa socio marxista de la determinación colectivista no justifican las condiciones de verdad que debe haber entre trabajo personal y propiedad. La retribución más justa corresponde a la que contemple dos componentes. 1º Un salario básico, ajustado a cubrir la supervivencia según la realidad económica del entorno social. 2º Una participación sobre los beneficios de la actividad empresarial, que reflejaría tanto el interés de la implicación por la productividad, como la posición estratégica de la empresa en el mercado. Esto reduciría el traumático problema del desempleo por la secuencia de los periodos cíclicos económicos mediante la proporcionalidad de las retribuciones y la adaptación de la jornada laboral a la carga real de trabajo.
  2. Entre las relaciones de dominio establecidas por la desigualdad de fuerza entre los seres humanos, destaca la esclavitud. Una transposición de ésta al mundo de los mercados capitalizados se produce por la imposición de quienes disponen de la gestión de los recursos financieros globales, que progresivamente se convierte en una masa que aglutina los ahorros anónimos de una gran parte de la sociedad. La ambición por el rendimiento especulativo -el que no genera riqueza sino que la desplaza- ha desvirtuando el ideario del itinerario inicial de la capitalización mercantil. La corrección necesaria para que el capital cumpla su función productiva en el desarrollo económico no puede lograrse sino por el control de la especulación, lo que podría mejorarse mediante una imposición fiscal en la subscripción del capital que, sin impedir la liquidez, penalice la volatibilidad especulativa. Apuntalar la condición de verdad de que el mercado ha de estar al servicio de la sociedad, que es quien lo crea, y no que la sociedad esté al servicio del mercado, quien la esclaviza.
  3. Una adecuada distribución de la riqueza generada por la sociedad puede implicar que solidariamente se protejan prestaciones por el trabajo tanto en los periodos activos como en los pasivos. Entre ellas destaca la prestación por jubilación, que solidariamente logra compensar la más larga longevidad con la menor de otras personas. Como la esperanza de vida crece con el desarrollo social, esto hace que las condiciones de prestación deban adecuarse a las condiciones de verdad que en cada momento histórico se dan, y para ello es necesario sustituir la consideración de los periodos activos de cotización, por los periodos pasivos medios, para la valoración de la prestación. Ello no implica que, si la edad de jubilación sea excesiva para determinadas ocupaciones laborales, existan alternativas de previsión de empleo en actividades adecuadas, por complementación en las cotizaciones extraordinarias, o planes particulares o empresariales adecuados.
  4. Considerar a la persona humana como sujeto de derecho, por ser persona, representa el punto de inflexión y no retorno para la conciencia moral de la sociedad. Ello implica, desde su condición de verdad más intrínseca, que todas y cada una de las personas tienen el derecho al adecuado ejercicio de su capacidad y libertad, y el deber de contribuir a la realización de ese derecho para toda la humanidad. En la práctica esto supone que todos y cada uno de los Estados, todas y cada una de las instituciones supranacionales, todas y cada una de las familias -como institución básica de la sociedad- objetiven como prioridad que todas las personas, sea cual sea la consideración social de la que partan, tengan el sexo que tengan e independientemente de sus capacidades, dispongan de igualdad de oportunidades para desarrollar todos los ámbitos de su personalidad.
  5. Lograr el objetivo anterior no es posible sin que las miras sociales se eleven del ámbito estatal al universal. Ese ensanche global que se predica para el beneficio de los mercados es necesario que abarque a toda la concepción de desarrollo, de modo que, superadas las mentalidades colonizadoras, se abra el tiempo de compartir las posibilidades que brinda el planeta para lograr un mundo en el que las riquezas universales sirvan a toda la humanidad. El procedimiento para la universal promoción pasa porque parte del negocio de las multinacionales, además de la remuneración legítima a los profesionales del país transfiriéndoles la parte correspondiente del beneficio generado, se reinvierta en el lugar para lograr que, mediante la ampliación de la base de negocio, el efecto de la globalización logre a largo plazo la lógica aproximación de las rentas per cápita de todos los países y se consiga erradicar progresivamente la pobreza como una lacra del pasado, como en su día lo fue la esclavitud.
  6. La efectiva promoción de la igualdad de oportunidades no sería completa si en un futuro no se abrigara la esperanza de que todas las personas puedan establecer su residencia en cualquier lugar del mundo sin otra limitación que el respeto a la idiosincracia y las costumbres del país de acogida. Históricamente la presión demográfica ha repercutido sus efectos sobre las migraciones, producidas muchas veces por el enfrentamiento y la guerra, incluso por la aniquilación. Si los estándares de cultura y renta progresan por la inversión fructífera de la cooperación internacional, será  más fácil vencer las barreras políticas y sicológicas tanto como la técnica ha logrado superar las geográficas.
  7. No es un objetivo menor que la cultura del siglo XXI alcance el afianzamiento de una lengua universal como vehículo global de comunicación. La lengua constituye una de las mayores barreras entre culturas, y merma las posibilidades de acceso a la información que proviene más allá de las fronteras, cuando la técnica de las comunicaciones en las últimas décadas ha universalizado esa posibilidad. Una lengua universal culta, que no desplace a la propia de cada país, para que ni desarraigue las culturas propias, ni se contamine, de modo que en el transcurso de los decenios se haga irreconocible por su múltiple adaptación a la fonética de cada lugar. Siendo este objetivo algo que a todos favorece y a nadie perjudica, parece, sin embargo, que no haya alcanzado un interés más general en los proyectos de progreso universales.
  8. Discernir el rol que corresponde a la ley social, como la que regula los derechos y la convivencia, de la ley morral, que juzga los estados de conciencia, es uno de los temas que no sólo incumbe a una justicia internacional, sino también a las administraciones públicas de todas las naciones, para que ningún ciudadano pueda ser favorecido o perjudicado por sus creencias religiosas, estén o no arraigadas en la comunidad. Avanzar hacia un estado laico no es progresar hacia una sociedad descreída, sino en una sociedad que aplica prioritariamente la ley moral para que cada ciudadano se juzgue a sí mismo, en vez de para juzgar a los demás. Sin libertad religiosa, cualquier proyecto de democracia se desmorona, y todas las iniciativas de promoción de derechos quedan infectados, no por la moral que los inspire, sino por la moral que se arroga controlarlos.
  9. Se transgrede la legitimidad democrática cuando los gobiernos, siempre con mandato temporal, se endeudan desproporcionadamente, comprometiendo la libertad de ejercicio económico de los años sucesivos. El compromiso de un gran endeudamiento económico sólo debe considerarse como una razón de estado, y para ello deben establecerse mecanismos democráticos excepcionales que aseguren el respaldo de mayorías muy cualificadas, que representen auténticamente el consentimiento mayoritario de una nación. La buena o mala gestión económica de un gobierno debe ser repercutida en cada legislatura sobre los ciudadanos, para que éstos, con conocimiento de causa, puedan seguir apoyando al gobierno o le obliguen a rectificar del modo más conveniente al sentir de la comunidad. El rigor de la política fiscal y su conexión con la protección social es tan determinante para la estabilidad socio-económica mundial  que todo el esfuerzo por el progreso homogéneo de la humanidad se puede desvanecer si los Estados no establecen relaciones para que ni las administraciones públicas, ni las empresas, ni los particulares gocen de crédito inadecuado a su productividad. A pesar de que crecer sin fundamento ha sido parodiado largamente en la historia, sigue siendo la máxima de la ambición de tantos políticos que hacen que la democracia sea para muchos mal remedio para la enfermedad. Gastar menos y producir más no puede lograrse tampoco a costa de la sostenibilidad de la naturaleza, que requiere a veces incrementar el gasto de producción por unidad de consumo, con tal de minimizar el daño ambiental, equilibrando la balanza económica a través de un consumo más comedido y responsable. Difícilmente se exige austeridad a los propios representantes democráticos cuando cada ciudadano no se la exige a sí mismo, ya que la política de cada estado es reflejo de los valores de su sociedad.