PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 51                                                                                          JULIO - AGOSTO  2010
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EXPERIENCIA

 
La experiencia, en la formulación del juicio humano, influye tanto en la subjetividad del mismo como en su objetividad. Esto es así porque el ámbito de la experiencia en la mente humana abarca desde la que se construye sobre la simple percepción hasta la que se deriva del empirismo científico. Este amplio espectro de la experiencia es lo que ha hecho que distintos filósofos a lo largo de la historia hayan formulado su vigencia como inductora de la razón con más o menos trascendencia.
El primer influjo de la experiencia sobre la mente humana se deriva de la percepción del mundo exterior, por la que los sentidos obtienen una información que, al tiempo de ser memorizada, puede calificarse en función de unas cualidades que la adscriben un valor. De cuanto esa valoración sea de automática, en el progreso cognitivo se puede designar como una mera conceptuación refleja o como una idea. La primera constituiría el grado más elemental de la experiencia, como, por ejemplo: que el fuego quema, que el sol calienta, que el agua moja, que el plomo es pesado. La experiencia que sigue a la idea representa un grado más de elaboración mental, y así se podría conceptuar como tal la referente a la de que con la regulación  del calor se neutraliza el frío, de que lo húmedo puede secarse, o de que con la secuencia temporal se renuevan los frutos.
Un grado mayor de la experiencia radicaría en la formulación de las habilidades personales para el ejercicio de determinadas tareas, cuyo adiestramiento paulatino reporta al sujeto, además de una técnica, una permanente evaluación de la eficacia de los procedimientos, que es lo que constituye la experiencia profesional. Esto no sólo es aplicable al espacio laboral, sino también al juego, al deporte, a las relaciones sociales, etc. Se dice que una persona es muy experta en el juego del ajedrez, o que la experiencia profesional de un payaso le ayuda a crear continuas nuevas situaciones de éxito; se aprecia la experiencia profesional de un árbitro, o la de una madre para identificar los problemas de los hijos. Para todas las habilidades es muy importante la experiencia, con independencia de las actitudes innatas de la persona para desarrollarlas. Estas últimas representarían la predisposición y aquella la maduración.
Del conocimiento sobre el propio juicio se deriva un factor de experiencia novedosa, que es la experiencia del error. Al contrastar la adecuación de los propios juicios a la realidad, se advierte que muchos de ellos, a pesar de estar construidos de forma correcta, formulan conclusiones que la realidad se encarga de corregir. Unas veces porque los presupuestos que se tomaron eran falsos, otras porque la concatenación del razonamiento está defectuosamente formulado. Las conclusiones que la realidad se encarga de desmentir aportan la experiencia de lo errónea que puede llegar a ser la razón humana, previniendo, cuánta mayor es la experiencia, de la jactancia intelectual.
De todas las formas posibles de experiencia que se acumulan en la memoria humana, contiguamente al conocer y al saber, la filosofía marca como propiedad fundamental la de la vivencia, de modo que, aunque exista una experiencia del conocimiento aprendido, la más genuina correspondería a la experimentación vivencial, o sea, a lo que origina una huella en la conciencia personal, y no sólo en la memoria. Esto da lugar a la valoración de otra nueva forma de experiencia, que sería la de las sensaciones mentales e intuiciones espirituales que puedan seguir a la reflexión interior.
Quizá lo más definitorio de la trascendencia de la experiencia sobre cada individuo se pueda medir en función de cómo y cuánto influye sobre su personalidad. Así muchos ámbitos que puedan externamente considerarse muy influyentes, lo son sólo muy relativamente para unas personas, mientras que otras experiencias que pudieran tenerse como irrelevantes les son vitalmente definitorias. De ahí que la filosofía acierte a remarcar la caracterización de la experiencia en relación a su trascendencia vivencial.