COMUNICACIÓN Y SOLIDARIDAD
Uno de los temas de interés dentro de las ciencias de la comunicación es el estudio de su influjo sobre las conductas morales de la sociedad. Para quienes se consideran concienciados en la mutua responsabilidad de la gestión universal de los derechos humanos, uno de los fines de los medios es remover la conciencia de la sociedad para la promoción efectiva de la justicia y la solidaridad. La mayoría, en cambio, promueven que los medios sean el reflejo de los valores e intereses reales del entorno social que las dirige, pues toda otra clase de información adquiere un rango marginal. Los primeros reivindican la finalidad ética de los medios en la construcción de la sociedad. Los segundos consideran bastante el fin de que la sociedad se reconozca como es.
El hecho es que el dominio del conformismo social es lo que se refleja en la información de la mayoría de los países, de modo que la inquietud por la justicia o la solidaridad surge intermitente sólo cuando un acontecimiento catastrófico ofrece la oportunidad de motivar la ayuda a los damnificados. En cambio, dejan de ser noticia los muchos desfavorecidos, salvo que por otros intereses colaterales -políticos, comerciales, filantrópicos- constituyan un reclamo informativo promocional.
Habitualmente los boletines de noticias presentan balances de las víctimas de tráfico, de la violencia doméstica, del maltrato a ancianos, de niños abandonados, etc. A veces, hasta ocupan las primeras páginas y las imágenes preeminentes de los informativos. No se sabe bien si por pura morbosidad o para remover la conciencia social, pero sobreabunda esta clase de información, por la que se está a la última noticia de que un anciano haya sido encontrado muerto de frío en la calle, o de un recién nacido desnutrido abandonado en un portal. Algunos se cuestionan ¿por qué tanta relevancia a unas determinadas noticias y tanto olvido para las grandes responsabilidades mundiales de justicia y solidaridad?
Igual que los informativos abren con la noticia de algunos cientos de víctimas por un sunami, podrían hacerlo del mismo modo por las víctimas diarias de la malaria o el hambre. Quizá la cabecera de página diaria de todos los informativos del mundo debería ser: 10.000 niños muertos ayer por desnutrición: En el día de ayer 10.000 niños en diversos países emergentes mueren víctimas de la desnutrición y falta de medicinas esenciales. Para la sociedad mundial la rutina de ese percance puede que no constituya novedad, pero no deja de ser el reclamo social más transcendente de la jornada y la demanda más precaria hacia el ciudadano de su responsabilidad moral.
Se trataría de que los gestores de los medios informativos no se hagan solidarios con el conformismo y la frivolidad, sino que sirvan de revulsivo para presentar el mundo real en el que la justicia se diluye cuando la noticia que vende es el devaneo político o la excentricidad de las estrellas de Hollywood.
Nunca se sabrá suficientemente si la sociedad evoluciona hacia la indiferencia bajo la influencia de los valores que promueven los medios, o si los medios siguen las tendencias baldías de una sociedad que prefiere cubrirse los ojos para no conocer lo que podría remorder su conciencia. Lo que ya no es excusa para ningún ciudadano de la era global es desconocer su responsabilidad sobre la huella generacional que su actitud dejará impresa en el mundo.