NÚMERO
54
ENERO - FEBRERO 2011
página 10
LA SEÑAL DEL CRISTIANO
Los catecismos de la doctrina católica suelen enseñar que la señal del cristiano es la Santa Cruz. Sin embargo, ha habido quienes predican que la señal característica del cristianismo es el amor, apoyados en la enseñanza de Jesús que prescribió: En esto conocerán todos que sois discípulos míos: Si tenéis amor unos para con otros. Esta diferencia no hubiera tenido mayor relevancia, si no fuera porque pueda confundir en que la esencia del cristianismo pueda interpretarse o desde la preeminencia del sacrificio, que representa la cruz, o por la acción del amor y la caridad hacia los demás, inlcuidos los enemigos.
La síntesis del significado de la cruz, en que asumió morir Jesús, puede concebirse como la expresión de su amor hacia los hombres y símbolo del supremo perdón hacia los que no saben lo que hacen. De ahí que se extendiera como símbolo característico del cristianismo la cruz en que acostumbraban a ejecutar los romanos. Esta consideración de la cruz como señal de la entrega de Jesús asumida por sus discípulos no debería ensombrecer el fin de su contenido, que es el amor de Jesús que deben imitar e irradiar todos los cristianos.
En un mundo invadido por la semiótica y la simbología, se podría caer en el error de que cristiano es quien acepta de buen grado llevar la cruz como signo de vinculación a una religión. Como señal de testimonio la cruz carece de valor si no transmite su significación: El amor. Por lo que quien esgrime el estandarte de la cruz y no tiene obras de verdadera caridad, deshonra públicamente el cristianismo. Esto, que particularmente reporta poca trascendencia, a nivel social no deja de tenerla, pues la referencia misma de la religión cristiana se diluye si la sociedad no percibe eficientemente el amor que dimana el cristiano, por más que en una ciudad abunden los templos y los símbolos religiosos.
El significado cruento y trágico de la cruz, como instrumento de castigo y tortura, de escarnio y denigración, con que el mundo pagano revistió a los dos maderos cruzados ha trascendido al cristianismo como símbolo de penitencia y mortificacion. Es así que muchos ascetas llegaron a concebir el sacrificio como el más genuino signo de la fe cristiana, hasta el punto de constituir comunidades cuya marca era el testimonio público de la penitencia como signo de fe cristiana.
La relevancia de la cruz ha oscurecido durante siglos la primacía del amor como la señal genuina del cristiano, siendo la causa más profunda de la disociación entre el ejercicio de la fe en Jesús y la apariencia de la vida cristiana. Así, por la vida deficientemente ejemplar en el amor y servicio a los demás de personas que se significan mucho con los emblemas de la religión cristiana, muchos otras personas caritativas han preferido mantener discretamente oculta su filiación cristiana, más allá de los beneficiados por su bien obrar. Según quienes a cada uno le hayan tocado próximos en el trato -en todo tiempo y lugar- el cristianismo habrá sido señal práctica o testimonio vacío.