PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 57                                                                                          JULIO - AGOSTO  2011
página 10
 

ESTRUCTURA DE RESPONSABILIDAD

 
Es muy probable que en algún momento de la vida le pese a un hombre vivir en sociedad, por lo que exige de orden de convivencia y de limitación de libertad. Esto se da más en las sociedades más civilizadas, donde la libertad es un valor social, que en cuánto se estima se siente su limitación. En especial los jóvenes reclaman la libertad de construir sus vidas sobre sus modos ideales, sin considerar que la mayor parte del bienestar que disfrutan proviene de la disciplina social que es capaz de organizar la cohesión necesaria para producir cada uno de los bienes que usan. Sin esa ordenación de la sociedad la mayoría de los jóvenes se hubieran criado en un entorno de trabajo físico que habría delimitado sus posibilidades de contemplación idealista. Cuánto más el entorno arropa con su protección todas las necesidades básicas, más posibilidades presta para disponer a la mente a indagar sobre los espacios de la creatividad.
Que la referencia social no colme las expectativas de cómo cada uno se encuentra realizado en la sociedad no autoriza la crítica destructiva, la que se constituye como protesta, si no aporta el juicio razonado de las carencias que denuncia y un proyecto -al menos un esbozo- de redefinición de los principios de convivencia y solidaridad, y de la estructura capaz de desarrollarlos. Lamentar el desencanto social es estéril si no se trabaja por su regeneración. La efectiva libertad exige que las estructuras de comunidad satisfagan a la mayor proporción posible de ciudadanos, lo que no está demostrado que lo consiga, por ejemplo, los ideales que propugnan el retorno a la atomización de la autogestión.
Los conatos de disconformidad con la realidad social son signos inherentes al sistema, porque la evolución del mismo forma parte de sus supervivencia. La sociedad civil es dinámica, ya que la esencia del ser humano es ser creativo, y en su progreso conviven satisfacciones por el bienestar logrado y anhelos por la realización inalcanzada. Tanto lo uno como lo otro forma parte de su estructura dinámica que ha de dar respuesta a retos tan exigentes como la demografía o la gestión de los recursos naturales desde la responsabilidad que sostenga una estructura eficaz de realización.
La organización de la distribución del trabajo, la sanidad, la salubridad, la seguridad, la educación... no son tareas que se puedan considerar que se logran sin una estructura madurada a través de los siglos, y su vigencia no es ajena al permanente compromiso de responsabilidad de generación tras generación. Se pueden gestionar alternativas a esas estructuras evolucionadas a través de la historia, pero hay que tener en consideración que ello exige tanto esfuerzo y responsabilidad de compromiso personal como han sido necesarias para haber apostado por la acción orgánica de la comunidad.
Es probable que la estructura de producción y consumo de la sociedad pudiera no ser la más acertada, pero toda propuesta de reforma debería estructurar qué bienes son los que mayoritariamente la sociedad consensúa renunciar, porque la utopia de denunciar la alienación de la producción sin limitar el propio consumo reivindica una estructura que no se sostiene.
La autocrítica social debe ser responsable de estructurar procedimientos de viabilidad que puedan ser aceptados y asumidos por las mayorías para lograr su implantación, pues de lo contrario quedarán como anécdotas marginarias de un mundo ideal. Las estructuras políticas que reconocen la apuesta de la convivencia común en libertad son tan frágiles o tan sólidas como el compromiso de responsabilidad personal que empeñan los ciudadanos de cada comunidad. La insatisfacción con las mismas puede revelar tanto la inadecuación de las autoridades que la gestionan, como la inmadurez de quienes no son capaces de gestar alternativas solventes que puedan ganarse el interés de los ciudadanos.