PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 58                                                                                         SEPTIEMBRE - OCTUBRE  2011
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VERDAD Y BIEN

 
La verdad y el bien son conceptos que la filosofía ha estudiado en su dimensión metafísica y en su dimensión ética como trascendentes del ser y como fin de los actos humanos. Ahora conviene señalar alguna idea de la relación entre estas cualidades esenciales de todos los seres, dado que muchos han discutido sobre la prioridad de la una y el otro, o si uno y otra es la cualidad fundamental del ser.
La principal verdad que conviene a todo ser es la de ser, y de su existencia se deriva poder ser  conocido con su propio modo de ser, cuya adecuación del conocimiento que de ella se tenga con su auténtica realidad existencial es la verdad objetiva que todo ser dimana. Subjetivamente, la verdad en el  conocimiento de los seres que conocen será la adecuación de su percepción, intuición e idealización de la existencia de los demás seres en conformidad al modo de ser propio de cada uno de ellos. Según sea de adecuado el conocimiento subjetivo de quien conoce a la verdad objetiva existencial que dimana de cada ser, así será la calidad de la cualidad de la verdad subjetiva, que posiblemente nunca llega a agotar la verdad de la realidad de cada ente, y menos aún la verdad de todos los seres que puedan ser objeto de su conocimiento.
El principal bien metafísico del ser se identifica en ser según su propio modo de ser. Realizarse agotando la propia manera de ser descubre la principal expresión de perfección objetiva del ser, y como ejecutar una perfección es lo esencial del valor del bien, en cuanto la perfección que se logra es hacer realidad la propia esencia se puede afirmar que todo ser constituye y contribuye al bien existencial.
Para la metafísica, la relación de los valores trascendentes de la verdad y el bien se expresan en que la propia verdad de ser es la que certifica el bien que se realiza. El ejercicio de realizar el propio modo de ser, en cuanto perfección existencial, la verdad que se comunica.
Donde más convergen los valores de la verdad y el bien es en la ética, considerando esta disciplina como la aplicación de la realización metafísica de cada ser, según su propio modo de ser, en las relaciones existenciales entre seres diversos. Esta aplicación en la mayoría de los entes es predeterminada y necesaria según las estructuras materiales que los forman. En el caso de los seres vivos autónomos la ética está ligada a la libertad de ejercicio, pues sólo quienes tienen por modo propio de ser el obrar libremente pueden ser sujetos responsables de sus actos respecto al respeto a la verdad y a la consecución del bien propio y para cualquier otro ser. La ética, como valor, calibra el bien realmente ejecutado por las perfecciones que se generan; como virtud, facilita a las facultades intelectuales y operativas la respuesta prioritaria por el bien.
Uno de los escollos éticos se encuentra en si es posible hacer el bien en la ignorancia de la verdad o en contra de ésta. Si realizar el bien supone conferir alguna perfección a algo, habría una contradicción al pretender ejecutar una perfección en contra de la verdad, porque al constituirse como un valor intrínseco del ser, alterar esa verdad supondría una imperfección. Así al pretender algo o alguien comunicar un bien a otro debe ser consecuente con no alterar su propia forma de ser, que le hace ser lo que es.
Esa determinación del bien de que exija la verdad es el fundamento de la ética, que regula el que las acciones subjetivas  no necesariamente comuniquen un bien porque sea el fin buscado del que obra, sino que además tiene que lograr un efecto de bien objetivamente considerado sobre el ser a quien se aplica la acción, lo que sólo se alcanza si respeta la verdad intrínseca de la constitución del objeto que se quiere perfeccionar.
Olvidar la referencia a la verdad en la ética ha constituido una de las lagunas de esta disciplina, algo así como si se desorganizara la unidad que debe existir entre inteligencia y voluntad en la conciencia individual. Reafirmar el fundamento metafísico de la ética es algo que no se debe marginar, porque la conciencia de bien no se puede conjugar sin la referencia del ser.