PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 58                                                                                         SEPTIEMBRE - OCTUBRE  2011
página 10
 

TRABAJO Y LIBERACIÓN

 
El esfuerzo físico y mental que exige el trabajo supone un compromiso para la persona que no se puede asumir como positivo sino por el fin con que el trabajo ayuda a la supervivencia humana. Pero por mucho que pueda satisfacer la contribución para el propio bienestar y el provecho de la humanidad, ello no resta el esfuerzo diario que supone, por lo que existe una tendencia natural a liberarse de esa carga. Lo que ocurre es que la consecuencia del abandono del trabajo lleva a vivir en la miseria, así que el trabajo se constituye como el arma esencial del ser humano para la liberación de la pobreza.
La complicación para entender la función del trabajo como remunerador de bienestar proviene de la estructura social, que presenta estamentos donde parece que la unidad de esfuerzo laboral es recompensada satisfactoriamente; en otros estamentos, en cambio, se percibe que el trabajo apenas les retribuye para atender precariamente sus necesidades esenciales. Los estamentos sociales que se generan a causa de la diferenciación en la retribución al esfuerzo laboral pueden configurarse dentro de una misma comunidad nacional, o considerar cómo de unas naciones a otras se manifiesta esa distinción. En un caso se podría hablar de estamentos o clases sociales que conviven en la misma realidad social. En el otro, de realidades sociales diferenciadas en el contexto universal.
Un análisis que realiza la filosofía social de las causas de la muy distinta remuneración en percepción de bienestar a la unidad de esfuerzo del trabajo ofrece dos tesis que no se excluyen:
  1. Una mayor retribución se corresponde a una optimación de la organización diacrónica, que permite transmitir generación a generación el bienestar que se disfruta en un bien estable.
  2. La competencia de la organización sincrónica es a la que le correspondería dotar, en equidad ponderada, de un bienestar proporcional al esfuerzo y responsabilidad invertido en el trabajo.
La organización social diacrónica que favorece el rendimiento del trabajo, y por ello el porcentaje de beneficios correspondiente a la unidad de esfuerzo, se compendia en la cultura que transmite la ciencia y la técnica para mejorar la productividad. Entre esa ciencia destaca la de la organización social del trabajo mediante la especialización, que facilita la habilitación intelectual para incentivar la capacidad creativa y productiva de cada persona. Esto, transmitido de generación en generación, constituye sociedades poderosas en la producción de sistemas que coadyuvan a conseguir muchos más bienes con un mismo esfuerzo.
La organización sincrónica del trabajo presenta la seria dificultad del reparto justo del beneficio de los bienes producidos en comunidad. Dado que el beneficio del trabajo de todo un equipo organizado es un valor constante en unas mismas condiciones de productividad, el reparto en lo que cada uno demandara como correspondiente a su esfuerzo repercutiría sobre el beneficio de los demás. Esto implica muchas veces que el descontento con el reparto lleve a relajar el esfuerzo comprometido, lo que agrava el rendimiento obtenido. Objetivar esta distribución de labores y remuneraciones para que sea justa constituye una ciencia por desarrollar, porque la tradición ha impuesto históricamente que el reparto se hiciera en función de las cotas de dominio de unas personas sobe otras.
Trabajo y liberación representan dos realidades que pueden articularse en la humanidad de diferentes maneras. Una, liberarse del trabajo porque se renuncia a mayores índices de bienestar. Otra, liberarse del trabajo porque la ciencia y la técnica lleguen a ser tan desarrolladas que exoneren al ser humano del esfuerzo. Otra, trabajar para conseguir un bienestar que libere de la pobreza  y mejore progresivamente el bienestar propio y del entorno.
Ese esfuerzo del trabajo que puede conseguir el incremento del beneficio que pueda conducir a muchos pueblos a la liberación de la pobreza ha de orientarse en reivindicar:
  • El derecho a participar en la gestión colectiva del entorno natural que presta los recursos de bienestar mediante el ejercicio del trabajo para el que se esté capacitado.
  • El derecho a un justo reparto de los beneficios generados en un comunidad de producción, que permitan, no sólo incrementar en beneficio material, sino la inversión de progreso intelectual.
  • El derecho a disponer del acceso a la cultura universal de la ciencia y la técnica, lo que se concreta en la accesibilidad a una sólida formación profesional y el empeño en adquirir esos conocimiento.
La pretensión de la liberación del trabajo mediante el dominio sobre otras personas para que lo hagan, rentabilizando ese beneficio, -lo que fue y sigue siendo formas más o menos contundentes de esclavitud- constituye una pasión humana que sigue vigente en el mundo, fomentando que el trabajo sea entendido por muchos como una forma de denigración, por lo que se ansía liberarse de ello; pero es muy posible que el camino que haya de emplearse no sea otro que el de reduplicar el esfuerzo, no sólo para obtener los bienes correspondientes para mejorar la supervivencia, sino también para lograr un orden más justo que permita incorporar, en igualdad de oportunidades, un reparto tal de la riqueza que recompense el esfuerzo invertido en tal liberación.