FILOSOFÍA Y ESTRATEGIA
En los últimos tiempos, con demasiada frecuencia se escucha hablar de filosofía de empresa, filosofía escolar, filosofía de partido... En muy probable que ello sea una deformación del habla, pues se recurre al término filosofía más con una intencionalidad deíctica que sustentada en el verdadero contenido que la filosofía como ciencia posee. Lo más general es que muchos se refieran, cuando usan el término filosofía, a una cierta conceptualización ideal, de principios generales, frente a la pragmatismo de las determinaciones ejecutivas que son las que realmente dirigen toda la actividad del grupo, de modo que quede un ámbito en la institución como exento de la contaminación material, que fuese quien inspirara toda la restante actividad. Además de que en muchos casos no existe ese ideario, cuando lo hubiera es muy posible que condense más lo que en realidad es una estrategia empresarial o ideológica que una, siquiera mínima, aproximación a la filosofía.
La ciencia de la filosofía tiene un fin esencial que es la búsqueda de la verdad, y ello es lo que la diferencia de otras actividades humanísticas que desarrollan la aplicación de la creatividad intelectual con intencionalidad práctica, pero sin el compromiso esencial de desarrollarse según las determinaciones especulativas que marquen los criterios de verdad. Por eso la filosofía no es puede ser confundida con un ideario ni una programática intelectual, sino entendida como una metodología sumisa en todo a los criterios de verdad que se puedan seguir de la investigación más profunda de las esencias del ser desde donde la metafísica puede pronunciarse, pero consciente que el proceso conclusivo de predicación está en todo abierto a una mayor definición de la verdad en cuanto a las verificaciones que la razón pueda llegar a elaborar. Esta dependencia de la verdad es la fuerza y la debilidad de la filosofía; fuerza, porque cada aproximación a la definición del ser será siempre el mayor reto especulativo de la intelectualidad; debilidad, porque siempre parece que surge la crítica de alguna condición en que la verdad no puede ser evidenciada, tal como se presumía. Esa pasión por la verdad hace de la filosofía una ciencia tan permanentemente inacabada cuánto a la inteligencia humana le queda por avanzar en su relación con el universo de la realidad.
Referirse a la filosofía como el substrato de un proyecto debe implicar aceptar el compromiso total con la verdad, lo que difiere mucho de cuando lo que se quiere significar es el compromiso con una programática desde la cual definir la estrategia a seguir en una institución. Es muy probable que todo ideario entre en contradicción con la filosofía, cuando como método se quiere fijar como el fundamento de lo que se ha de hacer, sin admitir el recurso de la verificación permanente de que los contenidos de verdad definitorios se contrasten como tales en las nuevas condiciones que se puedan dar. Proclamar a la filosofía como fundamento de cualquier actividad supone admitir la intención permanente de sumisión a la verdad, lo que muchas veces constituye lo que se quiere obviar cuando se aduce fidelidad a la filosofía fundacional.