PENSAMIENTO ÚNICO
Los pensadores en el mundo parecen divididos entre quienes abogan por la vigencia de un pensamiento único, que identifica como fin la sola verdad, y la diversidad de pensamientos que siguen a la progresiva manifestación de las verdades que entrañan el sucesivo descubrimiento de la realidad.
El fin del pensamiento humano parece ser la verdad que pueda apreciar en la realidad que le rodea, ya que la representación que le ofrecen sus sentidos se ajusta a lo que perciben, que, salvo error de identificación, es una forma refleja de las características manifestadas a los sentidos. Es evidente que las cosas sólo se identifican por lo que el conjunto de los sentidos pueden captar, que difícilmente agotan la realidad de una cosa, pues cada ente posee cualidades que no corresponden a los márgenes de percepción de los sentidos humanos. Pero esto justifica que el conocimiento humano no abarque la plenitud de cada cosa, no el que entre los seres humanos puedan haber diferencias de pensamiento sobre una misma realidad, salvando la diferencia de atención y grado de afinamiento de cada sentido.
También sería posible que la diferenciación del pensamiento entre las personas humanas no proceda de la percepción sensible, sino de la abstracción y posteriores interpretaciones del conocimiento y relaciones entre la realidad percibida. Eso puede justificar que de la apreciación de una misma realidad se formulen pensamientos distintos según que se consideren esenciales unos u otros aspectos de la misma realidad. Pero esto no opondría que cuando se consideren los objetos y sus relaciones bajo una misma perspectiva hayan de identificarse todos los pensamientos tan semejantes que los sucesivos ajustes del enfoque den como resultado un pensamiento único cierto. Lo que facilita el entendimiento entre las personas.
Cuando se defiende la diferenciación del pensamiento humano, habría que fundamentarlo en la variación de la realidad, lo que manifestaría una verdad que evoluciona y por tanto se manifiesta progresivamente distinta al conocimiento de los seres con percepción sensible. Este planteamiento lleva a distinguir un pensamiento sincrónico y un pensamiento diacrónico respecto a la realidad, o sea, que la distinción del pensamiento entre las personas se fundamenta en la percepción diferenciada del grado de evolución de la realidad.
Esa evolución de la naturaleza justifica una diferencia del pensamiento histórico, pero tanto o más que la evolución de la naturaleza hay que aplicarla a la evolución del conocimiento sobre la naturaleza, que hace ampliar constantemente el foco con el que la humanidad percibe más de la aparente misma realidad. Desde ahí se justifica un pensamiento diferenciado conforme al grado de posibilidad de penetración en la apreciación de la realidad.
Otra variable sobre la diferenciación del pensamiento procede de la creatividad intelectual, que genera constantemente, de la combinación de las realidades percibidas, nuevos elementos, los cuales sólo en parte son percibidos por los demás tanto como quien los crea. Esto produce que la verdad respecto a la realidad no sea estable, sino dinámica, debido a que la creatividad amplía no sólo el mundo de los objetos, sino también el de las relaciones y afinidades de unas cosas hacia otras.
Esta evolución desde el concepto de pensamiento único, legitimado por una verdad única, al pensamiento diferenciado, que exige una verdad en evolución, ha hecho que se debata sobre si el pensamiento es algo que posea realidad más allá del ámbito subjetivo que lo sostiene. Pero aunque ello fuera así, la realidad de la creatividad proyectada sobre la generación de nuevos elementos testimonia un pensamiento activo distinto y diferenciado que se expresa en la misma realidad de concebir un mundo distinto, aunque sea cierto que toda la realidad de la creatividad es intelectualmente accesible a los demás seres humanos, que de alguna manera evolucionan sucesivamente a una convergencia de pensamiento.