EMOCIONES Y SENTIMIENTOS
Los influjos externos provocan percepciones en la mente que reflejan representaciones de las cosas por sus cualidades sensibles, activando el sistema computacional para su interpretación y memorización. A veces, las impresiones que proceden del exterior producen alteraciones conductivas en la mente que generan alarma, exigiendo del sistema una respuesta operativa inmediata, y que se reconocen como sensaciones. También existe comportamientos de respuestas mentales según modelos progresivamente elaborados que van a fijar formas de considerar determinadas acciones en función de las respuestas computadas por anteriores percepciones y sensaciones, que conllevan una cierta conmoción somática que unas veces se presenta para todos los individuos, aunque con diversa intensidad, y otras en que afectan distintamente a unos individuos de otros. Estas respuestas mentales coordinadas se denominan emociones. Por último, existen los sentimientos, que guardan mucha semejanza con las emociones ya que tienen su raíz en las mismas, pero que en cuanto polarizaciones estables sobre la conducta merecen no sólo distinguirlas de aquellas, sino estudiar la vinculación de unas y otras sobre el carácter y la personalidad.
Al abordar conceptuaciones de este estilo es muy importante advertir que todo lo que se discute desde el simple análisis del ámbito filosófico tiene una alta dependencia de la semántica de cada concepto, y más si se toma en consideración el valor de uso variable en cada lengua. Como existe tendencia a asimilar "emoción" y "sentimiento" en muchas proposiciones, estas líneas pretenden ayudar a diferenciar las realidades que se pueden aproximar más o menos a cada uno de los campos semánticos de esos respectivos léxicos.
Los sentimientos pueden ser considerados como estados elaborados de las emociones en función de un reconocimiento cognitivo que valora el influjo que sobre la mente generan sensaciones y emociones, y polariza en la voluntad un posicionamiento respecto a la orientación elegida para dejarse guiar por un sentimiento afín a unas o a otras emociones. Desde le entendimiento se tratan de modular los sentimientos como respuestas compatibles con una concepción acorde a cómo se gusta ser.
Se pueden asimilar las emociones a la esfera de respuestas del carácter, como aquello que se identifica con la más genuina forma de ser marcada por la especificación genética de cada individuo. Eso hace que las emociones suelan ser regulares en cada persona, variando su intensidad de acuerdo al grado de desarrollo, madurez y regresión de su mente. Las emociones son difícilmente controlables, aunque la experiencia permite disimularlas, como ocurre con otras muchas marcas del carácter.
Respecto a los sentimientos, parece más adecuado relacionarlos al ámbito de la personalidad, en cuanto corresponden a estados anímicos reconocidos desde el entendimiento, potenciados o corregidos según se considera que son adecuados o no a la conciencia de lo que se considera positivo o negativo para la persona, que es lo que va modulando la personalidad. Los sentimientos por su fundamento sobre las emociones tienen una cierta tendencia a permanecer regulares, pero también existe un grado importante de potenciación en función del ejercicio de la voluntad motivada por la experiencia de la razón. No es extraño que durante la vida cambien sentimientos, y no sólo debido a la percepción de afectos, sino como consecuencia intelectual de dirigir el autogobierno en una determinada dirección. Piénsese cómo, por ejemplo, se despiertan sentimientos de tolerancia, de solidaridad, de comprensión, en personas cuyo carácter ha estado marcado por reacciones emotivas de soberbia, egoísmo e ira, y cuyas improntas emergen de forma incontrolable aun cuando se persiguen los valores y virtudes de más nobles sentimientos.
Esa conciencia de reconocerse en la dependencia de las propias emociones y de la gestión de los propios sentimientos es lo que anima no poco a considerar una esperanzadora evolución humana fundamentada en la cultura del desarrollo de la personalidad.