PROVECHO Y PLACER EN EL OBRAR
¿Qué razón mueve a una persona a obrar: El provecho o el placer? Analizado desde la sociología se podría estadísticamente conocer mediante encuestas las proporciones de una y otra posibilidad encuadradas según cada tipo de acto. También la filosofía social puede aducir razones sobre cómo cada una de esas maneras influye sobre el consciente del hombre para obrar.
Cuando un hombre obra busca obtener un bien, que se puede considerar una perfección para la propia persona, para otro, para ambos o para varios. Desde el punto de vista de la naturaleza no sería rentable gastar la energía que se precisa para obrar si no generase un beneficio. Por esa lógica todo cuanto ejecuta el ser humano lo hace buscando un provecho, y si se quiere considerar el placer como un fin se puede inferir que el placer es un bien que se procura el ser al obrar. Lo que ocurre para que se genere la disyunción entre obrar por provecho y obrar con placer es que aunque el placer sea un provecho, no todo provecho se consigue con placer. Por lo que siendo el hombre limitado en el tiempo y espacio sus obras por placer y sus obras por provecho no es que entren en colisión, sino que se pueden excluir por la preferencia de necesidad que impone la limitación material. Pero de por sí, siempre que esa limitación no se imponga, parece que el objetivo del ser humano, como ser inteligente, debería establecerse en hacer todas sus obras con provecho y con placer.
Como el placer se corresponde a una percepción que genera gusto en la receptividad mental, habrá actividades que espontáneamente lo generen y otras que preferentemente produzcan respuestas mentales de desagrado, que son incompatibles con el placer. Modificar esta realidad sólo será posible si el entendimiento humano es capaz de mejorar la respuesta de la mente, haciendo que el conocimiento del provecho que se consigue al actuar informe favorablemente los criterios de percepción mental para que consideren placentero, o al menos no detestable, una determinada acción. Es como si el fin de obrar en consideración del provecho se impusiera a otras posibles imputaciones negatividades a la percepción mental. Un ejemplo puede ser en cómo las personas pueden trabajar con placer por el dinero que ganan, o por ayudar a alguien.
Administrar el tiempo para conseguir en la vida el mayor provecho, entre el que se incluye gozar, es quizá una de las características del ser inteligente, porque lograrlo supone un verdadero análisis de qué cosas generan satisfacciones perdurables que trasformen las sensaciones de placer en sentimientos estables. De igual modo que el ser humano procura conseguir los beneficios materiales de la forma más rápida y con menos esfuerzo, empleando a fondo su capacidad de conocimiento y creatividad, ha de intentar al gestionar dar prioridad al conjunto de actividades que le hacen feliz, para que no puedan quedar relegadas por otras dedicaciones que quizá le reportan un provecho superfluo que excluye, por la mera limitación del tiempo, disfrutar de lo que debería ser de razón.