SOBRE EL FIN
La finalidad de toda acción constituye una parte importante en su causa, pues a todo lo que se mueve se le puede reconocer un fin hacia el que se mueve e incluso considerar que sin ese fin no podría moverse. Es lo que la metafísica estudia como la causa final. Cabe la disquisición sobre si el fin pertenece a la naturaleza de cada cosa, o sea: si está contenido en su esencia, o si es algo indeterminado causado por otro ser, quien origine esa efecto de modificación o establezca una relación de atracción.
Lo primero que habría que admitir respecto al fin es que únicamente las esencias que admiten cambio o movimiento pueden tener un fin, pues las substancias permanentes e inalterables, por esa propia naturaleza, no les afectaría otro fin posible sino el inherente a su ser y existir. Por el contrario, en todas las esencias que pueden moverse a algo o cambiar en algo, -lo que algunos filósofos han definido como la potencia de alcanzar una transformación o ejecutar una acción perfectiva, que incluye todas las posibilidades de acción activa o pasiva de cada ente- cada uno de eso cambios se generaría por una causa efecto, que puede reconocerse como causa final en cuanto causa potencia y como efecto final en cuanto realidad de la actualización.
Las potencias de una naturaleza pueden ser activas o pasivas. La activa es la que se vincula con su capacidad para obrar. La pasiva la que le hace objeto del obrar de otra sustancia. Por ejemplo, en la cadena de seres animales, cada uno posee potencia activa de devorar a otros con fin de alimentarse, y cada uno está en potencia pasiva de ser fin para otros en su alimentación, sin que esa finalidad pertenezca a la esencia individual de una naturaleza, sino a un conjunto de relaciones de naturaleza superior.
En ese movimiento de una naturaleza para actualizar una potencia, se puede considerar como fin el efecto conseguido de actualización, pero también se puede considerar ese efecto o fin a alcanzar como la causa que motiva el movimiento de actualización. Así se puede decir que el fin está en todo movimiento que sigue a una potencia desde la causa al efecto.
Los fines están en las substancias de modo proporcionado a la naturaleza de cada una de ellas. Se puede establecer una distinción de los fines según cómo se generan y alcanzan de acuerdo al modo de ser propio de cada cosa. Una posible distinción es la siguiente:Fin espontáneo o accidental es al fin que le alcanza a algo sin que ello constituya lo que se pudiera esperar del estado actual de una naturaleza. De alguna manera se puede decir que es un fin que no correspondería, pero que una causa extraña a la propia esencia de la cosa provoca la perturbación de un cambio de modo accidental. El fin espontáneo no puede nunca ser considerado como causa final activa, porque al no ser exigido por la propia naturaleza nunca puede ser reconocido por la misma como causa para alcanzar ese fin. Por ejemplo, la muerte accidental de una persona rompe la finalidad propia de modo del ser, que es vivir; en cambio, la muerte por enfermedad forma parte del fin inherente al modo de ser del hombre.
- Fin espontáneo o accidental.
- Fin determinado.
- Fin con percepción sensible.
- Fin con percepción intelectual.
Fin determinado es el que pertenece al propio modo de ser de cada cosa, de modo que cada movimiento o cambio se corresponde con la expectativa propia sobre su naturaleza. Ejemplo: Es propio de los árboles que en su tiempo apropiado den frutos como fin de su modo de reproducción.
Fin con percepción sensible es el modo propio de conocer los fines que poseen los seres vivos por su capacidad para procesar las percepciones sensibles que reciben de su entorno. De este modo pueden programar o planificar, según su experiencia anterior de las relaciones causa efecto, de que un fin se puede lograr hacer efectivo mediante la ejecución de la causa que lo hace posible. Ejemplo: Proteger y dar cobijo a sus crías lo logran las aves construyendo nidos para tal fin.
Fin con percepción intelectual es el fin propio que logran los seres humanos cuando aplican la reflexión sobre el conocimiento para alcanzar un fin mediante una programación de causas que tengan por objeto conseguir un fin. De este modo el fin a lograr se genera previamente como una representación mental que se constituye como la causa final del fin efectivo a lograr. Se podría afirmar que todas los actos intelectuales humanos se constituyen previamente como causas finales, y que el fin efectivo realizado al depender de una causa final voluntaria hace a la persona responsable del acto. Un ejemplo puede ser el de la producción de una vacuna, cuyo efecto final curativo se identifica con la causa final del proyecto de su generación.
A partir de la realidad del fin con percepción intelectual, en el que el fin efecto se encuentra relacionado a la causa final que lo hace posible, hay filósofos que han defendido que todo fin tiene una causa final intelectual planificadora del orden universal, lo que explicaría que el cosmos no sea un caos indeterminado sino un proceso armónico con leyes en las que cada elemento logra un fin propio adecuado al fin del elemento superior en el que se integra por una relación, según una causa final ordenada en la esencia de su naturaleza por un ser superior reconocido como Dios.