ENTREVISTAS OSCURAS
Los medios de información tienen un papel preponderante en las sociedades democráticas, ya que forman parte del sector social que busca evidenciar la verdad para que los ciudadanos puedan hacer un uso libre y responsable de su condición soberana, la que, a través de representantes, dirigen teóricamente toda la acción del Estado. En esto se diferencian las democracias reales de las democracias formales, en la capacidad efectiva de depositar un voto con conocimiento cierto de lo que van a hacer quienes eligen.
Los recursos que utilizan los informadores para ese fin son los comentarios informativos, el periodismo de investigación y las entrevistas a personas de relevancia política. Cada una de esas actividades se puede hacer para desentrañar la verdad de la actividad pública o para servir a una ideología política. Es normal que muchos profesionales sigan esta última opción, creyendo que hacen un servicio a la sociedad cuando instrumentalizan su oficio para dirigir la opinión pública. Otros periodistas apuestan por su realización personal, intentando que sea el ciudadano y no el comunicador quien elabore su propio dictamen sobre la realidad a partir sólo de información independiente y veraz.
Las entrevistas personales representan una buena forma neutral de dar a conocer una personalidad política al público, sobre todo cuando a través de los medios audiovisuales se percibe la expresión íntegra y real de la manifestación del entrevistado. Sin embargo, existe toda un técnica para hacer que esas entrevistas se conviertan en instrumentos de propaganda política mediante la manipulación técnica de las mismas. Ello exige una voluntad concertada de la autoridad involucrada y de los medios de difusión públicos o privados contratados para tal fin. Esto debe prevenir a los ciudadanos de que cuantas más posibilidades de manipulación exista, menos credibilidad puede ofrecer el trabajo. Tanto es así que las entrevistas pregrabadas generan menos confianza que las realizadas en directo. Es relevante el éxito periodístico de los formatos en los que se busca la mayor transparencia en pregunta y respuesta, concediendo la iniciativa directamente a los ciudadanos para preguntar e interpelar, bajo la discreta moderación del profesional.
La censura y la autocorrección corresponden a un mismo fin específico, aunque con dos grados en la intencionalidad. Ambas manipulan el retrato real de la entrevista. En el caso de la censura se violenta tanto la identidad del entrevistado como el derecho del público que la recibe a conocer la integridad de opinión de esa persona. En la autocorrección, sólo al público, que tendría derecho a conocer la imagen real de esa persona, con todas las deficiencias, tal como ante el medio espontáneamente se mostró.
La mayoría de los políticos sólo arriesgan su verdadera personalidad dando la cara tal cual son cuando tienen poco que perder y algo que ganar. En el caso de disponer del poder, prefieren que sean los técnicos especializados quienes elaboren la imagen a ofrecer, como quien siempre ganara al jugar con cartas marcadas. Esto parece ofrecer ventajas electorales, especialmente según el poder económico de cada candidatura, pero no deja progresivamente de hartar a los ciudadanos al sentirse engañados entre cómo la propaganda presenta a sus políticos y como en realidad luego van apreciando que son.