PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 67                                                                                        MARZO - ABRIL  2013
página 7

EDUCAR PARA LA CONTRARIEDAD

 
A veces la enseñanza y a educación de los niños y jóvenes adolece de falta de realismo, como si existiera una prevención a contarles sólo el lado positivo de la vida. Unas veces se obra así estimando no causarles dolor, otras porque se les considera aún débiles, también se argumenta que ya la vida por sí misma les irá mostrando la vertiente dura de la realidad.
Contra esa tendencia se puede argumentar que la educación fundamentalmente es transmisión de experiencias, criterios y valores para comprender la vida tal como es, y disponer de recursos para interpretar las vicisitudes que ella depare. Para eso es necesario mostrar las caras amargas de la existencia, dado que, más o menos próximas, más bien pronto que tarde se presentan a cada persona, quien debe responsabilizarse de asumirlas, enfrentarse y resolver esas situaciones del modo más conveniente.
Especialmente en los tiempos modernos, en que la sociedad evoluciona con prisa, la perspectiva de cambio sobre la vida de las personas acecha. En general las cosas tienden a evolucionar para mejor, pero en particular, para muchos, los altibajos de fortuna, salud y amor pueden hacer pasar de unas situaciones a otras sin que esas personas hayan recibido una mínima preparación mental e intelectual para recibirlo. Por eso, la etapa de la formación de los fundamentos de la personalidad no debe obviar tratar con rigor la posibilidad de que esas dificultades les atañan, y trabajar la concienciación del pesar y la fuerza de voluntad para superarlas.
Muy posiblemente niños y jóvenes padecen contradicciones que apenas comparten con los mayores, al no encontrar el debido entorno de naturalidad para tratar esas dificultades, favoreciendo que se enquisten los temores cuando no perciben que esas realidades constituyen la cotidiana contingencia para infinidad de otras personas. Se debe preparar para las dificultades de entendimiento, las limitaciones físicas, la timidez; mostrar que puede ser que la vida obligue a pasar hambre, caer en la soledad del huérfano, no ser amado; recordar que es posible tener que elegir entre morir o matar en guerra, ser perseguido o secuestrado, vivir expatriado. Cada una de esas contrariedades las sufren miles de personas que nunca habían pensado que a ellos les pudiera suceder algo así.
La educación puede incidir en disfrutar lo que se tiene, o en valorarlo como una dádiva cuya suerte puede cambiar, ya que no es un don debido. Cada uno puede asegurar lo que su esfuerzo y dedicación le consiga, y esa es una gran responsabilidad a comunicar, pero, como cada persona se ve influida por el entorno de una forma bastante determinante, es posible que a quien mejor lo ha hecho el destino le conduzca por derroteros contrarios, teniendo derecho a tener bien interiorizada esa posibilidad, siendo en esos estados límites cuando se ha de redoblar la necesidad de la responsabilidad para reconducir la situación.
Otro aspecto importante a no olvidar en la educación es que también, directa o indirectamente, cada cual puede favorecer la creación de esas situaciones de dolor que uno no quisiera para sí. Muy posiblemente, a excepción de los provenientes por la ley natural, todos los males para las personas proceden del obrar de otras, las que no siempre en su conciencia conciben ser causa de mal alguno para los demás. Tener esa aproximación teórica en la educación puede ayudar a madurar las conciencias en evitar lo que cada uno no quisiera padecer.
 

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