PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 69                                                                                        JULIO - AGOSTO  2013
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TALLERES PARA LA VEJEZ
 
Una de las grandes deficiencias que el ser humano encuentra en la vida es la falta de experiencia para ir afrontando las distintas etapas y responsabilidades de su existencia. Es una consecuencia de que sólo se vive una vez. Tiene que abordar desde la inexperiencia situaciones como la adolescencia, la primera paternidad, la enfermedad, la menopausia, la vejez... Cada una de ellas supone una fuente de experiencias, pero que se adquieren una vez superadas las vicisitudes para las que no se tenía preparación. De todas ellas la vejez presenta el particular que le acontece al ser humano cuando ha superado tantas pruebas que ya nada le sorprende salvo la disfunción en que van cayendo sus órganos, lo que genera el abismo entre un alma que sabe y quiere y un cuerpo que niega y muere.
Algunos países están trabajando en políticas de protección social para sus ancianos, donde no sólo cuidan la atención física, sino también el interés de la mente y la vigencia intelectual, pues, aunque personas humanas con habilidades disminuidas, siguen disponiendo de la conciencia creativa con la que enjuiciar la realidad social. Ahí es donde encaja el que se desarrollen hábitos por los que se enseñe a quienes se inician en la vejez a considerar su modo de ser según los nuevos accidentes que les informan.
Independientemente del nivel de recursos que un país destina a la atención de sus mayores, lo que en todos se puede potenciar son talleres en los que se trate específicamente prevención contra las limitaciones: De recesión de actividad cerebral, de atrofia locomotora, en el seguimiento de las enfermedades crónicas, en la gestión de la economía de jubilado y transmisión del patrimonio, en la necesaria participación social, en la comunicación familiar, en la mentalización de la muerte, en testamento vital, etc.
El fundamento común de todas las posibles actividades revitalizantes es acompañar a la persona mayor en las sucesivas nuevas experiencias contra las que se enfrenta paulatinamente en mayor soledad, ya que la ancianidad va reduciendo los espacios vitales y generando depresión, en contraste con todo lo acaecido con anterioridad. La ayuda que les presten los talleres ha de ser de apoyo a hacer lo que solos dejarían de hacer, aunque no fuera por otra razón que la pereza a obrar de quien no reconoce perspectiva de utilidad.
 

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