PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 7                                                                                                       MARZO-ABRIL 2003
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LA REVOLUCIÓN DEL ORDEN






El orden en la naturaleza es una de las revelaciones que la materia presta al intelecto. La noción de orden es una noción intelectual; la apreciación de las relaciones de dependencia y de trasferencias en el ser no pueden ser computadas más que en un sistema, y un sistema sólo se desarrolla en un conjunto. Las relaciones de dependencia materiales se dan sin que la materia causante conozca su determinación, causa porque la naturaleza de su ser le determina como ser causante.

De la incidencia del hombre en la naturaleza material se derivan dos factores de conflicto: 1º La mentalización de las relaciones de orden y la acción intelectiva-volitiva para alterarlas. 2º La volición del no-orden, la contumacia en el caos.
Siendo el estado de la materia un conjunto cerrado, la incidencia del hombre sobre el sistema es irrelevante salvo para sus propias relaciones con la naturaleza. Sólo la vida del hombre, o sea, la determinación de la naturaleza sobre la dimensión espiritual-intelectiva que comparte, es la que trascendentalmente puede quedar dañada. El espíritu del hombre, o se realiza en su solidaridad con el orden material, o se corrompe por la negación de su naturaleza solidaria. O su libertad se implica en el orden material, o la tendencia a las relaciones imposibles inmovilizan la libertad en el caos.
Esa unión sustancial de alma y cuerpo determina mucho más el hombre de lo que muchos suponen. La conjunción es tanto más perfecta cuanto más se conoce el orden natural y más se vincula cada cual por sus propias decisiones. Por eso una de las ciencias que más perfecciona es la filosofía en su anhelo de conocimiento de la genuina verdad.
Seguir el orden de la naturaleza implica al mismo tiempo la libertad de analizar el orden establecido, o sea, del conjunto de normas que heredadas se nos confieren como la ordenación válida de la naturaleza. La imbricación del modelo prestado en el orden natural sólo será válida en cuanto responda a las condiciones de verdad. El juego por descubrir en cada situación esas condiciones de verdad supone la pasión de libertad de cada conciencia.
En la aplicación de esta inserción del hombre con el orden natural se manifiestan dos tendencias de conflictividad en el ámbito social:
  - a) Negación de todo orden natural
  - b) Negación de cuestionar el orden establecido.
Para los primeros, la adecuación del hombre a toda norma supone una limitación de la libertad; como consecuencia de ello toda norma implica represión y la sociedad debe desarrollarse fuera de todo sistema. Quienes así piensan en el fondo niegan la naturaleza misma de la sociedad, pues la misma se articula sobre relaciones de individuos, relaciones que necesariamente entrañan dependencias y las mismas crean un orden, al menos el de reciprocidad. La sociedad es un múltiple entrelazamiento de relaciones que se crean y vinculan para su buen funcionamiento. Lo importante es pues no negar la existencia de la naturaleza del orden, sino contemplar cómo en la medida que el orden en las relaciones es más común y espontáneo, menos necesaria es la norma y la coacción.
Una de las manifestaciones más extendida de la represión de la libertad proviene de quienes, en nombre del orden social necesario, condenan las opciones alternativas por perturbadoras del orden natural, por más que las mismas, aun cuando alteren el paradigma de formas establecido, signifiquen una mayor aproximación a la justicia y al derecho.
El fundamento de la filosofía social se hace cada vez más necesario como garante de las exigencias de libertad. Sólo del análisis radical de las relaciones sociales establecidas se puede determinar las condiciones de verdad vigentes, las determinaciones coherentes con la misma naturaleza y la crítica a las formas de conducta establecidas.
La sociedad es un ente vivo, como conjunto formado de elementos libres, que asume una doble función: revisión y construcción. La confrontación de sus modelos con el orden natural no sólo afecta a las nuevas determinaciones del sistema social sino que exige una continua revisión de sus hábitos de acuerdo a la perfección de la conciencia de cada generación.
Cuando una colectividad no es socialmente dinámica para construir permanentemente según su confrontación al orden propio de la naturaleza, termina por acatar vivir bajo la coacción de las ordenes de quienes desde el poder interpretan para el conjunto la ley de su conveniencia.