PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 72                                                                                      ENERO - FEBRERO  2014
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CONSUMO Y COHESIÓN
 
Buena parte del crecimiento económico de un país se confía al consumo de sus ciudadanos, algo que estos hacen según les permite su capacidad de renta. Lo que con frecuencia se olvida es que de la distribución de la renta depende la cohesión social, que a su vez va a ser la que induzca una extensión social del consumo capaz de hacer crecer la economía real.
Los ciclos de progreso económico de los pueblos están ligados en gran parte al florecimiento de las clases medias, las que cuentan con un renta disponible capaz de atender holgadamente a las necesidades familiares, lo cual se realiza, al ser muchos, de una manera muy diversificada. Cuanta mayor sea la proporción de la clase media de un país, mayor será el consumo de mercado popular que se asienta tradicionalmente sobre el pequeño y medio comercio. Ello facilita que el dinero fluya de modo tal que favorezca a muchas familias, las que paulatinamente se incorporan, si no lo son ya, a las clases medias por la equilibrada rentabilidad de sus pequeño negocios.
Cuando falta cohesión social y la renta media falsea una distribución en la que unos pocos tienen mucho y otros muchos tienen poco, el consumo sigue esa misma tendencia, de modo que el sector mayoritario con escasos recursos apenas consume los bienes de primera necesidad y la minoría potentada, como son pocos, tampoco consume en conjunto gran cantidad de bienes, sino los propios para atender su necesidad, aunque sean suntuarios. Esto genera que el mayoritario pequeño comercio apenas mueve un mercado endémico por la escasez de recursos de las clases bajas, mientras unos pocos, que se benefician del mercado de lo suntuario, facturan proporcionalmente una gran renta que les permite enriquecerse e incorporarse al ámbito de los privilegiados, lo que no alivia el deterioro de la economía nacional.
Los países que presentan una mayor cohesión social, verificada en que las rentas de los ciudadanos más ricos -salvando un bajo porcentaje residual- no sobrepasan en seis veces la renta de los trabajadores más humildes, presenta una distribución de capacidad de consumo que siendo muchos quienes lo hacen sin lujo permite que las mercancías y el dinero circule dinamizando la economía real, y no se evada del circuito productivo porque se gaste en un mercado selectivo que favorece a unas pocas fortunas.
El riesgo de romper el equilibrio de ese ciclo mercantil que favorece a las clases medias proviene de la apetencia de las multinacionales por hacerse con los mercado emergentes, dirigiendo sus poderosas inversiones para desplazar el negocio del mercado minorista mediante un mercado centralizado capaz de absorber la demanda más común, cuando el nivel de rentas medias comienza a hacer productivo ese negocio. Mientras la política de esas grandes compañías mercantiles es racional, compiten en el equilibrado sistemas, pero su vocación de dominio les lleva a favorecer una competencia feroz, cuya posición de poder logra desmantelar la red comercial tradicional, entonces es cuando el ciclo se invierte porque la distribución de rentas torna a hacerse desigual: Se recorta el poder adquisitivo de los trabajadores y se multiplica el de los gestores, al haberse ido progresivamente concentrando la actividad mercantil en unas pocas compañías todopoderosas, cuyo poder logra controlar plenamente el mercado, y en consecuencia decae gran parte de la estructura económica que debería propiciar la cohesión social.
 

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