ALEGRÍA INTERIOR
Al tratar sobre el sentimiento de la alegría, cabe referirse a una alegría exterior, comunicativa, con la que una persona se relaciona con los demás, y otra alegría interior que puede reconocer la íntima satisfacción con la que una persona se congratula por lo que es o por lo que hace. Se podría objetar que la alegría exterior es por lo común manifestación externa del estado del ánimo interno, pero también que una y otra sean manifestaciones distintas de la personalidad según que atiendan a respuestas en el nivel de relaciones mentales externas o de valoraciones de conciencia. Así la alegría exterior se identificaría con las formas de expresión del sentimiento en respuesta a las sensaciones, percepciones y requerimientos externos de terceros, mediante formas como pueden ser el buen humor, la fácil sonrisa, el lenguaje afectivo, la iluminación facial... todas ellas representativas de una expresión comunicativa de recepción positiva a la imputación mental concebida en la percepción. Esta alegría correspondería identificarla como una respuesta más que como un estado, aunque sea una característica común del comportamiento de la personalidad. La alegría interior, en cambio, se identifica con la serenidad y la paz de una conciencia que no perturba al intelecto en el optimismo de su operatividad para perseverar en los objetivos propuestos. Esta alegría se identificaría como un estado alcanzado de cualidad de la personalidad con cierta independencia a la incidencia mental.
La alegría exterior se puede identificar en gran parte con el carácter, como un modo o forma de ser que determina una respuesta espontánea dominada por el optimismo, opuesta a la forma de ser marcada por las expresiones sombrías de tristeza. No obstante a esa condición de dependencia del carácter, la alegría exterior puede reflejar las alteraciones debidas al estado de ánimo interior, aunque, como el carácter determina en gran manera los hábitos de comportamiento, es posible preservar una alegría expresiva que no trascienda las contradicciones del alma que tanto perturban a la alegría interior.
¿Es posible mejorar la alegría interior? Directamente no, porque la alegría es un sentimiento consecuente a los influjos que la producen; por lo que para lograrlo se debe potenciar la concienciación por mejorar la objetividad del entendimiento para descubrir lo que realmente hace ser feliz. Identificados los comportamientos que favorecen la realización de cada personalidad, y cuáles no, el sentimiento de alegría irá conformándose según el grado de verificación de que la voluntad logra un mejor compromiso con los que generan paz, constituyendo esa alegría consecuente un valor probatorio de que el entendimiento ha acertado en su diagnóstico sobre los objetivos que favorecen la realización personal.