MODO, FORMA Y MANERA DE SER
Cada ser posee una esencia o modo de ser determinado por la naturaleza, que le define como un objeto, y no otro, a cualquier conocimiento que sobre él se pueda realizar. Ello no obsta para que cada objeto sea una substancia compuesta de otros elementos, que como substancias propias posean su propio modo de ser. Cada ser es lo que es como un efecto total propio consecuente de las causas de relación de los elementos que lo componen. Esta caracterización combinatoria de los elementos para formar objetos puede confundir la definición del ser de cada cosa en la naturaleza si no se considera que el propio modo de ser se especifica por el modo de obrar y entrar en relación característico de cada objeto.
El modo de ser determina los límites de la potencia capaz de cada substancia, que al ser así determinado le corresponde una capacidad de obrar cuyos parámetros se encuentran delimitados por la naturaleza, constituyendo una clase que se reconoce como especie, la que abarca a todos los objetos que por compartir modo de ser poseen semejanza en sus características substanciales y accidentales y gozan de una imagen común.
La distinción por el modo de ser constituye la primera división que se puede realizar en la percepción de los objetos reales, desde la lógica del conocimiento que identifica la categoría de la unicidad y pluralidad, y dentro de ésta misma la semejanza o distinción. Así los objetos varios se conocen como iguales o distintos en el modo de ser por su imagen y potencia de obrar.
La especie corresponde a una distinción real de los seres de la naturaleza, y no sólo a cómo son conocidos, pues incluso suponiendo, en el límite, que los objetos fueran el resultado de un único elemento combinándose entre sí de infinitas maneras en un distinto punto de evolución, ello no impediría que el conjunto de relaciones en un determinado grado de combinación fuera lo que determine los modos de ser diversos, cuya identificación por su caracterización conjunta fuera lo que se ofreciera como perceptible y reconocible de acuerdo a sus rasgos aprehensibles por un órgano receptor y compilador de conocimiento, que le distinguiría en ese modo de ser propio.
Algunas clases de substancias, dentro del modo de ser que les es propio, presentan diferencias en los ámbitos de obrar o conseguir los fines comunes que le caracterizan como especie, porque sus potencias operativas están mermadas o especializadas para realizar unas funciones propias de su modo de ser con el detrimento de otras. Esta especialización se puede denominar forma de ser, porque representa distintas formas de realizar el modo de ser, que al encontrarse en un grupo de objetos, de todo el conjunto, los caracteriza como género por representar una especialización estable dentro de la especie, cuya distinción conserva en cada grupo los rasgos definidores fundamentales del modo de ser de la misma. El género dentro de la especie encuentra su causa en una evolución de adaptación no selectiva producida en la naturaleza, que distribuye caracterizaciones distintas de su propio modo de ser entre sus elementos, bien para especializarlos o a resultas de accidentes en la organización del proceso de regeneración.
Lo propio del género dentro de la especie es la distinción de la forma de realizar el modo común de ser, de acuerdo a especializaciones de la naturaleza, como, por ejemplo, la distinción sexual para la procreación en los seres vivos. Lo que le hace a un objeto poseer esa firma de ser no se limita a la evolución de la naturaleza, sino a todas aquellas circunstancias que reducen dentro de una especie a sus objetos en las posibilidades de agotar su modo de ser estableciendo diferentes formas de limitación. Estas formas diferenciadoras en los seres vivos pueden proceder de adaptaciones al medio, de contaminaciones, de marcadores genéticos, de mutilaciones accidentales... pero también del desarrollo del conjunto de los seres de una especie que, como en el caso de los humanos, establezca castas o clases que hagan que unos y otros dispongan de formas reales distintas de realización de su ser.
En los seres que disponen de conocimiento y reflexión, existe dentro de la forma propia de ser maneras de ser que son personalmente determinadas por la elección deliberativa de la reflexión sobre lo conocido, que establecen maneras de obrar típicas del ser cognoscente de acuerdo a hábitos de obrar no reflejos que determinan el comportamiento de cada individuo dentro del género y la especie.
Las maneras de ser pueden ser racionales o irracionales de acuerdo que se den en la especie dotada de razón con el concurso de ésta o no. Hay maneras de ser que las personas humanas toman prestadas por imitación, sin someterlas apenas al juicio de la razón, que engendran actitudes irresponsables que se constituyen como contravalores humanos cuando perturban las relaciones sociales.
Del modo de ser de las cosas no cabe para ningún objeto deducir responsabilidad, salvo de las maneras de ser de los seres dotados de razón, y de éstos también, además de por la responsabilidad de sus actos individuales, por el influjo en la generación de estructuras que determinan formas de ser discriminatorias para otros seres humanos.