PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 78                                                                                     ENERO - FEBRERO  2015
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ÉTICA PERSONAL

 
Una mayoría de la sociedad contemporánea considera la ética como el correcto comportamiento de la conducta del individuo en relación a los ámbitos de sociedad con los que se relaciona. Esto hace que se evalúe esta disciplina en función de las normas, leyes, costumbres, formas sociales y demás preceptos explícitos o implícitos que facilitan el respeto mutuo en la vida social. Pero la ética admite una dimensión más íntima, que se formaliza en la propia conciencia, que reconoce el grado de satisfacción de cada persona con sí misma en función de la directriz de sus obras, la que se puede denominar ética personal.
La ética personal es consecuencia en parte de la educación y la formación recibida con la que se forma la conciencia, pues ello constituye una de las fuentes del juicio intelectual, pero también de la experiencia respecto a la apreciación del bien que se sigue de las obras propias. Este juicio sobre la efectiva bondad de lo obrado tiene dos vertientes: Que el  beneficio recaiga sobre el mismo sujeto que obra, o que recaiga sobre las otras personas con las que se tiene relación. Como en ambos casos se busca el bien, ambas consideraciones pueden considerarse aceptables por la conciencia, pero la priorización entre el bien propio y el ajeno si entran en conflicto es cuando realmente se puede hablar de conciencia ética, pues procurarse a sí mismo el propio bien es fin primario y natural de todo ser, y conjugarlo con la ajena, de acuerdo a la razonada evaluación de las necesidades de cada uno, la que caracteriza a los seres dotados de conciencia creativa.
Reconocer que se actúa con ética personal se identifica en la respuesta al conflicto de conciencia entre elegir disfrutar del bien que uno mismo puede procurarse --como lo bueno que atiende a sus intereses, lo que protege su posición, lo que cuida des su seguridad, lo que repercute placer, lo que ofrece reconocimiento social o cualquier clase de beneficio que puede derivarse de la propia acción o consecuencia de entablar una relación beneficiosa que satisface a uno mismo o al ámbito de los próximos con quienes se identifica-- y el bien con que puede retribuirse a los demás aunque ello suponga un recorte del propio interés. Ese conflicto, cuando se posee conciencia ética, se resuelve imaginando la distancia necesaria de sí mismo como para resolver con justicia sobre quien padece mayor necesidad del bien, si el propio sujeto o el otro, y de este modo seguir el dictado de ese juicio que aunque no reporte el beneficio objetivo para sí mismo, sí que depara la satisfacción subjetiva de la conciencia creativa capaz de obrar el bien.
 

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