PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 78                                                                                     ENERO - FEBRERO  2015
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TRABAJO OCULTO

 
Una de las causas de la sociedad está vinculada a las relaciones laborales surgidas de la especialización, distribución y comercialización de las formas de trabajo y del intercambio de la producción subsiguiente. Ello originó que lo laboral estuviera en el núcleo más incipientes de las estructuras legales con las que se regían los grupos sociales. La conveniencia del trabajo colectivo para afrontar las necesidades de defensa, agricultura, caza, ganadería, construcción, navegación, etc. crearon parte de los más remotos derechos consuetudinarios respecto a las obligaciones laborales de cada miembro en el entorno de la familia y de cada familia en la comunidad. La estructura laboral que se imbrica en el más elemental sistema social tiene como fin equilibrar el bienestar personal y familiar, que se procura cada individuo con su actividad laboral, con las necesidades de supervivencia de la comunidad en sí, que protegen y garantizan la seguridad para el trabajo individual. De tal modo que la disconformidad entre grupos dentro de una misma comunidad sobre lo que se aporta y lo que se recibe es una de las causas de la disgregación en nuevos núcleos de convivencia.
Esta presencia de la repercusión del trabajo individual sobre la colectividad sigue estando vigente en todos los sistemas sociales contemporáneos, los cuáles en mucho se caracterizan unos de otros por el alcance de la liberalización, regulación o planificación, pero todos ellos asumen estructuras legales para proteger derechos y deberes en el ejercicio del trabajo, y derechos y deberes de la proyección económica de ese trabajo en el marco de la sociedad en el que se desarrolla. A veces los deberes tanto en el ejercicio laboral como en la contribución económica a la comunidad se pretenden obviar, y es cuando se produce que quien trabaja intenta mantener oculta toda o parte de su actividad laboral para desatender sus deberes sociales y mejorar su beneficio, generándose así un trabajo que se pretende quede oculto a la declaración fiscal.
Se pueden distinguir las siguientes actitudes opacas en la repercusión social de la actividad laboral:
  • El que incumbe a cualquier actividad profesional regulada administrativamente que genera una retribución o beneficio, cualquiera que sea la forma de percepción, pero que el sujeto pasivo que lo ejecuta no lo declara para no tener que someterse a la carga impositiva que la legislación establece. Cabe dos modalidades, la opacidad total, cuando no se declara la existencia de la actividad; y la opacidad parcial, cuando se declara fraudulentamente sólo una parte del trabajo que se realiza. Esta opacidad laboral además de ser ilegal es ilegítima, pues en su misma naturaleza desprecia el entorno social que la favorece, sin el cual posiblemente sería imposible de realizar, causando un daño a los demás ciudadanos proporcional al valor de lo que se escatima de abonar, tanto por la quiebra de la equidad en la repercusión de los servicios públicos que se ofrece a todos por igual, como en la conducta ejemplar para la efectiva realización del bien común.
  • Un trabajo que siempre queda oculto es el que se realiza en el entorno de la familia para facilitarse unos a otros el posible bienestar. Este es un trabajo opaco, no por que exista voluntad de ocultarlo, sino porque la sociedad lo interpreta casi siempre como un trabajo que, como el fin no es lucrativo sino que repercute en la misma unidad familiar que lo realiza, no debe tener efectos comunitarios. Esta interpretación tan ambigua que condena a la oscuridad al trabajo doméstico no deja de ser una de las muchas injusticias que la sociedad moderna apenas ha esbozado a corregir, porque el trabajo doméstico en la atención de los hijos no deja de ser uno de los mayores sostenedores del futuro de la sociedad, y la eficacia de su ejecución no sólo repercute sobre el bienestar y la felicidad de los hijos, sino que toda la sociedad se beneficia de la buena educación que a ellos se dé. Es cierto que el trabajo en el hogar, una responsabilidad libremente asumida pero esencial por naturaleza, no debe desplazar el derecho de quien puede ejercerlo con realizar otra dedicación laboral, utilizando otros recursos externos para la atención de los hijos, caso este en que paradógicamente la administración pública sí reconoce como actividad laboral clasificada. Esta laguna del reconocimiento del trabajo doméstico, en gran parte de la estructura social de muchos países, es algo que merece la pena reivindicar como una dejación de realismo social, pues del mimo modo que la administración pública exige impuestos para proteger derechos de los ciudadanos, debería subsidiar el trabajo doméstico, al menos a las familias más numerosas, en función del bien común que procuran.
  • Otra vertiente del trabajo doméstico es la atención a los mayores y enfermos que por su dependencia de los demás exige una atención continua. Muchas veces queda oculto este trabajo cuando se desarrolla en el hogar, mientras que se reconoce como una tarea profesional si se atiende en residencia u hospitales. Esta desigualdad debe ser corregida siempre que quien presta el servicio lo demande.
  • Existen trabajos que se realizan en el seno de lo que se puede considerar la ampliación de la unidad familiar, que deben ser tratados con indulgencia por la legislación en cuanto su fin no es pecuniario, aunque reporte algunos beneficios, sino el prestar un servicio a otros familiares, la comunidad vecinal, parientes y amigos. Son esos trabajos que se pueden realizar para ofrecer clases de refuerzo a conocidos; realizar servicios de limpieza, reparaciones o administración en la comunidad de propietarios donde se habita; ayudar en obras en casas de parientes; atender a familiares enfermos; y similares. Si esos trabajos no tienen una continuidad ni intensidad que puedan constituir la fuente de supervivencia, por muchas personas se tienden a ocultar como prestación profesional, en especial si pueden causar interferencia con el régimen laboral estable que se tiene, lo que a veces choca con la reglamentación de la administración pública. En estos casos debieran las autoridades flexibilizar las leyes para no inducir a ocultar lo que no posee relevancia social como para que sea determinante para la regulación de la vida laboral o recaudatoria, en base a la interpretación de ser trabajos que en su naturaleza pueden ser identificados con los trabajos realizados en el seno de la familia, si se considera ésta de modo ampliada según la de los posibles afectos establecidos.
Más de una persona tiende a aplicarse ella misma la epiqueya de la ley, de modo que procede a ocultar trabajos que generan beneficios en razón de que otros que realizan no están suficientemente bien retribuidos, o porque estima que su condición familiar no está suficientemente reconocida por las autoridades, de modo que directamente tiende a reordenar subjetivamente sus derechos y deberes dejando de declarar para no tener que tributar aquello que considera que les pertenece, según su criterio. Muy posiblemente haya alguno que en esto pueda ser objetivo, pero la mayor parte de los ciudadanos que obran así no consideran las necesidades ajenas, y muchas veces dejan de valorar con objetividad lo mucho que reciben de la sociedad que comparten.
 

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