PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 79                                                                                     MARZO - ABRIL  2015
página 8

FE Y FANATISMO

 
El comportamiento religioso de los pueblos expone la controversia entre creencias, pero también la semejanza en el requerimiento de la fe para sustentar cualquier clase de credo. Ya que la referencia religiosa de una deidad espiritual no puede ser evidenciada por el conocimiento sensible, todas las creencias se fundamentan --en su estructura profunda-- en la analogía que no refuta la inteligencia entre un dios espiritual y la forma inmaterial de los sentimientos humanos. Lo común entre todas las religiones es la fe, pero unas y otras se diferencian claramente en qué creen. Cuando lo que se pone en discusión es la realidad misma de esa fe, se penetra en la aceptación del agnosticismo, y cuando se niega, del ateísmo; uno y otro entran en conflicto con las potencias de la espiritualidad del alma humana, de modo que la libertad, la conciencia y demás realidades que trascienden a la abstracción mental encuentran difícil definición.
Fuera de la experiencia religiosa, se concibe fe y fanatismo como una apuesta voluntarista para aceptar una realidad sobrenatural. Contra ello, la actitud religiosa se afirma en la experiencia sustentada en la credibilidad histórica de la humanidad y en la consistencia de la intuición trascendente que dirige su vida más allá del conocimiento sensible; en estos dos apoyos la fe se asienta, mientras que el fanatismo cabe identificarlo con el voluntarismo de reafirmar abtracciones mentales con fin de implementar su trascendencia.
La verdadera fe --no la adscripción a una tradición cultural-- proviene de la experiencia religiosa personal de cada individuo, pues la definición tradicional de fe en aceptar como verdad lo que no se ve, en razón de la autoridad de Dios, no puede sustentarse sino en la conciencia cierta de una relación espiritual entre cada ser humano y Dios. Esa fe es la que depura cada día la enseñanza recibida sobre la religión, de acuerdo a las intuiciones que se perciben en la contemplación de Dios, siendo su itinerario sinuoso, ya que la experiencia de Dios presenta altibajos en la racionalización de su intuición. Frutos de la fe son la adopción de los valores y virtudes que se atribuyen a Dios: Humildad, misericordia, caridad, justicia, etc.
El fanatismo responde a la realimentación de una pasión instrumentalizando a Dios. Aunque el fanatismo aparente una acervada religiosidad, la realidad es que carece de ella, pues no se alimenta, como la fe, en la experiencia de la relación con Dios, sino en la potenciación mental de una idea de Dios, cuya radicalidad no trasciende el sentimiento divino, sino las emociones humanas; por ello su itinerario suele ser tan lineal como el esfuerzo de la perseverancia en su mentalización. En la oración la fe busca a Dios tal como es; la oración del fanático no busca a Dios como fin, sino reforzar un concepto de lo divino que justifique la motivación de su pasión. Consecuencias del fanatismo son: Soberbia, intolerancia, egoismo y violencia.
La convivencia tan próxima de mente y entendimiento favorece la confusión entre intuición y sugestión, de modo que es posible que en la fe de cualquier persona se mezcle algo de fanatismo, por lo que es bueno someter las propias creencias a examen, aprendiendo a expurgar aquello que no se identifica con la fe, sino con costumbres o formas de piedad cuando ellas de por sí se constituyen como marco imprescindible para la relación religiosa entre el hombre y Dios; esas manías, en especial si se instruye en ellas a los demás, pueden degenerar en supersticiones, que no son sino incipientes expresiones de un fanatismo que contamina la fe.
 

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