PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 8                                                                                                       MAYO-JUNIO 2003
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LOS APOYOS DEL LENGUAJE INTELECTUAL


El espectacular desarrollo de la técnica ha desplazado del punto de mira el desarrollo humanístico fraguado desde el Renacimiento hasta la modernidad.
Ciencia y humanismo, en el fondo, tienen un soporte único de progreso: el intelectual. El desarrollo de las ideas, bien sea desde la especulación o el análisis de la naturaleza, se produce por la reflexión del intelecto sobre la mente. Esa reflexión del conocimiento sobre el saber es la fuente inagotable que genera la acumulación de saber, bien se denomine ciencia o cultura.
Podría parecer que la acción intelectual es sencilla o casi espontánea en el hombre, pero no es así. El verdadero acto intelectual que genera progreso es sólo aquel que es creativo, o sea, el que no queda en la contemplación del saber sino que genera una idea nueva que incrementa el conjunto de las ideas afines. Contemplar y reflexionar sobre el saber es aprender; y aunque ello supone un progreso del acervo personal, no incrementa el patrimonio cultural de la humanidad.
La aportación de actos intelectuales creativos a su vez no supone progreso real si no corresponden a la aportación de una verdad. Sólo el conocimiento cierto es enriquecedor para la ciencia; aunque no se presenta fácil para el intelecto distinguir las características del error. El progreso intelectual, por ello, se debate continuamente en el contraste de las condiciones de verdad de cada nuevo descubrimiento.
Existen muchos apoyos externos para el desarrollo intelectual, el fundamental es el patrimonio cultural; seguido, posiblemente, del sistema, o sea, de la estructura de trabajo, donde destaca la labor de grupo y el trabajo en equipo.
Pero, quizá, los más importantes apoyos para el progreso intelectual sean los propios personales, aquellos que sustentan el trabajo profesional de cada intelecto. Aunque el trabajo en equipo es fundamental, el mismo no corresponde más que a un conjunto de intelectos cuya labor creativa, en último término, es una afirmación personal. Sólo en la mente individual se genera la idea que se enriquece o perfecciona en el contraste del trabajo colectivo.
Siendo así de primordial la labor intelectual personal, sus apoyos serán fundamentales para todo progreso. A este nivel, quizá, los apoyos esenciales sean dos: la autocrítica y la capacidad de análisis.
La capacidad de análisis consiste en la disposición de la mente por sistema para analizar los distintos elementos que constituyen una proposición intelectual. En la medida que los elementos que conforman una realidad son analizados, la realidad misma puede ser evaluada en función de los criterios de verdad que aporta cada elemento. Lo que en la ciencia es evidente, con la pormenorización hasta el átomo, la célula, los genes, etc., en el análisis de la realidad humanística no se da de forma tan generalizada, de modo que muchos intelectuales aseveran sin el previo rigor del análisis y contraste detallado de los elementos constitutivos. Esa capacidad para el análisis que algunas mentes tienen por naturaleza es su mejor arma o apoyo para la real aportación al patrimonio intelectual común.
Un segundo apoyo lo constituye la capacidad de autocrítica. Quienes formalizan en la seguridad personal el elemento fundamental de la disposición de progreso, suelen al poco tiempo constatar el rumbo equivocado de la actuación. La capacidad de autocrítica, que tiene su origen en la experiencia del propio error, constituye uno de los apoyos más válidos para el reconocimiento de las condiciones de verdad del trabajo desarrollado. En la medida que uno mismo es su máximo crítico, acepta y computa las críticas ajenas como elementos constructivos correctores del propio pensamiento, facilitando el procesamiento de verificación, que se constituye en el mejor medio de seguridad para el progreso.