PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 80                                                                                     MAYO - JUNIO  2015
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TEJIDO SOCIAL

 
Entre las muchas concepciones que se pueden dar al tejido social, una forma de definirlo negativamente es: La parte de la estructura del sistema social que no controla el poder político. Todo en la sociedad se relaciona con lo político, si por ese concepto se entiende las relaciones en y entre los grupos o colectivos sociales. Lo que puede diferenciar al tejido social es que -aunque se las incluya con fundamento político- no participan del dominio del poder. Para muchos, el tejido social lo constituyen las capas horizontales de la pirámide de la organización política, mientras que el poder lo reconocen en la estructura vertical de esa pirámide.
El tejido social bien entendido guarda relación tanto con las costumbres y la tradición como con la innovación, pues si aquellas hacen referencia a las generaciones pretéritas, la innovación se refiere a las actuales, que son las que realmente participan en cada momento histórico en la identificación de la calidad del tejido social. Existen momentos en los que el tejido social sufre transformaciones más sosegadas, y otras en que todo parece revolucionado a reinterpretar las relaciones precedentes. En cualquier caso, el tejido lo constituyen tanto relaciones que perduran por su implantación en la conciencia de los ciudadanos, como las nuevas tendencias de vida que cada generación inventa como identitarias, las que el futuro depura seleccionando en cada momento las más prácticas para el bienestar general.
Bastantes de las grandes relevancias de la modernización del tejido social provienen de la filosofía positivista, que preconizó aplicar a la estructura social los métodos del sistema científico, de modo que las costumbres se justificaran en orden a la naturaleza del ser humano, para discernir lo que en ellas existe de verdad, lo que las marca como positivas y de contradicción respecto a la esa naturaleza, cuya marca negativa obliga a su depuración para que el tejido social sea un adecuado substrato para el desarrollo de la personalidad y la convivencia entre ciudadanos. La gran dificultad con que se encontró el positivismo social es que, mientras las ciencias naturales descubren la determinación de las leyes de la material, las ciencias sociales no encuentran leyes que definan la conciencia del ser humano, pues desde su libertad reclama permanentemente no poder ser reducida por otro saber distinto del propio de su creatividad intelectual. Ello ha dado como resultado que muchos de los intentos sociales por definir científicamente las estructuras sociales hayan generado sistemas cuyos resultados, analizados por la sociología una vez aplicados, muestran un profundo fracaso entre las previsiones de bienestar social y la evaluación satisfactoria de la mayoría de los ciudadanos.
La disciplina de la filosofía social se propone definir las condiciones de verdad en las relaciones humanas, de modo que la sociedad se fundamente en criterios válidos para cualquier estructura de relación, desde las más horizontales que definen el tejido social, a las verticales que controla la acción política, de modo que desde las relaciones más simples a las más complejas en todas se imponga el respeto intelectual entre los ciudadanos que participan de modo activo en establecer los acuerdos, e incluso respecto a los ciudadanos a quienes les pudiera afectar los efectos de modo indirecto o pasivo.
La sociología como ciencia social sirve para verificar los resultados de la puesta en práctica de las tesis de la filosofía social, dictaminando el acierto de los grupos sociales en la puesta en práctica de esos principios, así como las medidas correctoras que permanentemente habrá que introducir para que la conciencia social no distorsione su aplicación en virtud de anteponer el fin particular de una o más partes de la relación sobre el legítimo derecho de las restantes. Cuando los efectos de la actividad de cualquier estrato del tejido social no favorece la justicia es signo de defectividad de la universalidad de la tesis social o en su aplicación en un entorno determinado, teniendo en cuenta que son los ciudadanos de cada comunidad los que limitan con su entendimiento la aplicación de los criterios generales que definan la filosofía social y la interpretación de los dictámenes de la sociología.
Sindicatos, partidos políticos, asociaciones empresariales, instituciones asistenciales, asociaciones recreativas, fundaciones culturales, organizaciones de cooperación y solidaridad, colegios profesionales, federaciones deportivas, hermandades, confesiones religiosas, colectivos vecinales y cualquiera de las infinitas formas de agruparse los ciudadanos influyen en la construcción de un tejido social estable y eficaz si se configuran de acuerdo al mutuo respeto entre los ciudadanos, pues no sólo facilitan el entendimiento social porque a través de esas actividades muchos personas mejoran su perspectiva de realización, sino porque la práctica de los valores de convivencia en cada uno de esos estratos sirve para aprender el ejercicio de la justicia y la tolerancia, que tanta trascendencia tienen para mantener la paz social de la humanidad.
 

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