REPOSO
Los problemas que acucian a las personas a causa de la mera existencia se suman a los que las costumbres y las circunstancia determinan, de modo que hacen que el día tras día de los individuos sea un esfuerzo de superación de barreras que unas las marcan la rutinas y otras las inesperadas complicaciones, entre las cuales destacan las enfermedades y los accidentes. Todo ello no sólo afecta a la capacidad física y mental de las personas, sino que influye también sobre su moral, pues la exposición a las contrariedades y las responsabilidades hacen algunas veces a las personas más fuertes, pero, a pesar de que eso se pueda considerar positivo por la experiencia y capacidad de análisis que queda tras enfrentarlas, el desgaste del organismo puede generar una cierta rebelión interna que, actuando desde el subconsciente, se constituya como una permanente alerta, lo que algunos lo identifican como un estado de excitación o estrés que altera el sistema nervioso por su prevención a la probable repetición de la alarma. Cuando se alcanza esa tensión la moral del dominio de sí mismo se ve afectada, pues se palpa la propia limitación, y la confianza de repuesta se desbarajusta, incrementándose frecuentemente la capacidad de sufrimiento a costa de reducir el espíritu de superación.
Cuando los obstáculos de la vida se insertan en la rutina, la superación de los mismos se constituye también rutina, de modo que bastantes sistemas sociales han ideado medios apropiados para el reposo corporal que proporcione también el rearme moral que pueda haber sobrevenido. Así se han establecido el descanso semanal, vacaciones semestrales o anuales, periodos de convalecencia, e incluso los descansos dentro de la jornada de trabajo adecuada el esfuerzo soportado.
El problema personal se plantea cuando no existen esas protecciones, o la aplicación de las mismas no es automática, por ejemplo, cuando se trabaja de modo autónomo, o se padecen problemas familiares de estabilidad o atención a seres queridos, o se enferma de modo no regulado en los sistemas de protección. Cuando esto acontece, es el propio individuo el que debe aplicarse la medida adecuada de reposo que reponga su organismo y la moral para no decaer de las obligaciones que se impone, pues aunque las circunstancias avenidas sean libremente asumidas, no por ello las facultades físicas y mentales no se resientes. El amor a la hacienda personal y la atención de los próximos produce mucha satisfacción, pero para que la misma se conserve adecuadamente es necesario no desdeñar el reposo.
Una forma de reposo que facilita la recuperación es la que produce una desconexión mental de las responsabilidades durante un periodo de tiempo determinado. Esta criterio se fija mejor por la intensidad de la desconexión que por el tiempo que dure, pues descansa más media hora de mente liberada de las preocupaciones cotidianas, que dos de relajo físico en las que no se logre desetenderse del entorno, sobre todo cuando ese descanso pueda inculpar como dejación de responsabilidad. Cada persona, en su rutina habitual o cuando el estrés le acucie, debe tener organizada su defensa conociendo qué es lo que realmente le reconforta moralmente. Para algunas personas el descanso está en la práctica de una actividad física que le absorba y logre liberarle de las preocupaciones mientras lo practica; otras precisan hablar o reunirse con terceras personas que las distraigan; habrá quien prefiera la relajación con un pasatiempos u medio de ocio; quien un paseo frente al mar o contemplar la cadencia del juego de las olas de espaldas a la realidad de tierra firme; un paseo por el bosque; ir de compras; etc. Lo más importante es conocerse interiormente para descubrir los medios ideales que a cada uno le generan desconectar de las preocupaciones llegadas. Concederse ese reposo eficaz es complemento del sueño fisiológico, ya que éste muchas veces se reduce a un duermevela.
La ayuda que la interiorización presta a superar la deficiencia de descanso mental radica en descubrir aquello que directa o indirectamente lleve a la contemplación de lo que hay más allá de la negativa rutina que pueda haberse adueñado de la vida de una persona. El primer paso se establece en identificar cómo se logra superar la dependencia mental que supone una contrariedad, al menos durante un corto intervalo de tiempo, pues cada uno de esos intervalos supone la afirmación de la voluntad en poder imponerse a la concreta contrariedad que perturba, lo que una vez interiorizado induce la esperanza de que la aplicación continuada del método de reposo preferido logrará su efecto regenerador.